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El pueblo saharaui, tradicionalmente beduino, no ha tenido más remedio que desarrollar un amplio conocimiento del cielo. Y es que la supervivencia en un territorio tan hostil como es un desierto depende inevitablemente del conocimiento de las zonas donde hay agua, comida para los animales y cuándo hay que trasladarse de un lugar a otro más favorable. Para ello se fijaban minuciosamente en la visibilidad de determinadas estrellas y constelaciones a lo largo del año, de modo que cuando empezaba a verse una estrella determinada ésta indicaba que comenzaba un mes con sus correspondientes características climáticas y había que prepararse. En el caso de los meses de verano (Saif, del 1 de mayo al 13 de agosto) era imprescindible anticiparse y prepararse para encontrar agua antes de que el calor se volviera insoportable.
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