Hoy he estado hablando con mi amiga Zerguha. Ella es saharaui, vive en el campo de Dajla, una de las wilayas de los campamentos de refugiados saharauis en la provincia de Tinduf, en pleno Sahara argelino. Su mayor preocupación, como la de sus vecinos, es si podrá dar de comer mañana a sus hijos.
Pero ahora, a esa preocupación se ha sumado otra, en Dajla cada dia hay más personas enfermas, nadie sabe si están o no contagiados de Covid, allí apenas se hacen pruebas PCR, esas que aquí a algunos les ha dado por decir que no detectan nada. Sus hijos tienen fiebre y tos, y ella además está muy preocupada porque la gente no hace caso a las recomendaciones que se hacen de mantener la distancia entre personas; allí el único entretenimento son las reuniones con familiares y amigos. Su preocupación también es que, y puede parecer egoísta pero para ellos es vital, debido a la situación en Europa y el resto del mundo, desde el principio de la pandemia apenas llega ayuda humanitaria a los campos y que, de seguir así, si no los mata el Covid, los matará el hambre.
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