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Cándido fue uno de los primeros que acogió dos niños saharauis en casa, él y su familia. Año tras año vivía ilusionado con la llegada de Fátima, que pasaba los veranos en casa y a quien un grupo de personas le pagaron los estudios. Hoy trabaja en un hospital canario. Recuerdo la alegría de aquella niña cuando estrenó gafas. No sabía ni limpiarlas.
Fátima vive en Las Palmas en un piso con más habitaciones de las necesarias para ella y su chico. Su papá canario está delicado de salud así que desde hace un año la muchacha comparte su piso con él y uno de sus hermanos saharauis. Lo cuida. El mejor regalo de Cándido es ver a sus hijos hablando en el salón.
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Origen: Con la misma moneda – La Provincia – Diario de Las Palmas