Dos fechas que inauguraron una lista cada vez más larga de efemérides que preferiríamos no tener que conmemorar, pero que nos vemos obligadas a poner sobre la mesa una y otra vez para que no caigan en un olvido interesado.
La reacción marroquí a la organización de la población civil saharaui dejó clara su postura en el conflicto: dura represión, detenciones, torturas, juicios con dudosas garantías, largas sentencias, presos políticos. La ocupación frente a la resistencia. La fuerza contra la dignidad.
A día de hoy, con diez años de margen, no se puede hablar de grandes avances hacia la solución del conflicto. Diecinueve saharauis cumplen desde 2010 condenas de entre veinte años y cadena perpetua por haber participado en las movilizaciones, cuyas demandas quedaron lejos de verse cumplidas. Entre tanto, la población saharaui sigue viendo conculcados sus derechos mientras Marruecos continúa controlando la mayor parte del Sahara Occidental, enriqueciéndose con sus recursos naturales y asegurándose con ello el respaldo de una comunidad internacional cuyo máximo apoyo a los y las saharauis es la ayuda humanitaria y una nueva prórroga de la Misión de Naciones Unidas para el Referéndum del Sahara Occidental (MINURSO), sin competencias en materia de Derechos Humanos, y que tras 28 años en el terreno aún no ha cumplido su mandato: la organización de un referéndum de autodeterminación.
A pesar de todo, y como demuestran estos años, la estrategia de Marruecos no ha minado la determinación del pueblo saharaui. En el paso ilegal de Guerguerat que une Marruecos con Mauritania a través de los territorios gobernados por la RASD, la población civil saharaui organiza desde finales de octubre un nuevo campamento para exigir a Naciones Unidas que cumpla al fin con su obligación de celebrar la consulta que permita al pueblo saharaui decidir sobre su presente y futuro y salde de esta manera una deuda ya histórica. A una organización que en año y medio no ha encontrado tiempo para designar un nuevo enviado especial para el Sáhara Occidental.
Así, el día 8 es ya una nueva marca obligada en el calendario de la memoria y la solidaridad. En un mes, noviembre, en el que precisamente se sembró la semilla de casi medio siglo de vulneraciones de derechos. 1975, La Marcha Verde. El día 6 de noviembre de ese año, Marruecos trasladó civiles marroquíes hacia los territorios saharauis para reclamar su soberanía sobre esa tierra. 1975, firma de los Acuerdos Tripartitos o Acuerdos de Madrid. Días más tarde, el 14 de noviembre, España, Marruecos y Mauritania se repartieron la gestión del territorio contraviniendo el mandato de descolonización responsabilidad del Estado español como potencia administradora de un territorio no autónomo.
Dos fechas que inauguraron una lista cada vez más larga de efemérides que preferiríamos no tener que conmemorar, pero que nos vemos obligadas a poner sobre la mesa una y otra vez para que no caigan en un olvido interesado, para que al menos la memoria no se una a la también extensa recopilación de traiciones al pueblo saharaui y así, algún día, celebremos la victoria de la dignidad frente a la fuerza.
Origen: naiz: Iritzia | Opinión – Un aniversario más