SÁHARA OCCIDENTAL
Fuente: EL SALTO
Juventud saharaui, la convicción y la lucha de una generación que anhela conocer su tierra https://t.co/UP1cfJrNfh
— El Salto (@ElSaltoDiario) May 1, 2021
A través de #SoniaHerrero
Abdelhay Mohamed, un joven saharaui de 27 años, ha nacido y pasado toda su vida en los campos de refugiados saharauis de Argelia. Desde los campamentos vive la causa saharaui en su día a día y en todas sus dimensiones, como una batalla política, social y económica contra el ocupante. Para Abdelhay, ser saharaui en los campamentos es una muestra más de la fortaleza y dignidad que tiene su pueblo, un pueblo que, desde su visión, no acepta la humillación ni el insulto, y se aferra a su identidad y lucha con determinación para acabar con su sufrimiento y volver a su tierra.
Ser joven y saharaui en los campamentos de refugiados significa tener el coraje suficiente para superar las dificultades y la incertidumbre de futuro que dibujan más de cuarenta años de exilio. Muchas aprenden de las historias que cuentan sus abuelos, los ex combatientes, el amor por la patria que les transmiten sus padres … y, entre las dificultades e incertidumbres, van definiendo su identidad y su manera de entender y defender la lucha de su pueblo.
“Ser saharaui para mí es este sentimiento de pertenencia a este pueblo luchador y tolerante que, a pesar de todo el sufrimiento que ha vivido, aprecia su identidad y todavía se aferra a su dignidad. Ser saharaui es saber que eres parte de una sociedad con un patrimonio auténtico y una cultura diversa ”, señala Abdelhay Mohamed.
La lucha en la distancia: entre el deber y la nostalgia
El sentimiento desde la diáspora no es muy diferente. Muchos jóvenes saharauis en la diáspora han nacido en los campamentos. Vivir en otro país les supone estar lejos de su tierra, pero también de su familia. Viven la lucha desde la nostalgia, la inquietud y el sacrificio de no poder estar al lado de su pueblo, pero también desde el agradecimiento de poder tener la oportunidad de disfrutar de una vida digna. Conviven con la responsabilidad que supone la esperanza de poder tener un futuro, la libertad de poder expresar y denunciar la vulneración de derechos que sufren y el deber de seguir defendiendo los derechos y la libertad de su pueblo desde la distancia.
Mohamed Yedahlu, de 21 años, nació en los campamentos y vive desde hace años en la diáspora. Para él, la lucha saharaui es una lucha por la justicia que merece su pueblo. Su tía, la activista saharaui Sukeina Yedahlu, estuvo diez años y siete meses desaparecida. Para ella defender la causa saharaui supone ponerse en la piel del otro, de cada activista y de cada saharaui que ha sido víctima de la cruel represión de Marruecos.
Muchos jóvenes saharauis en la diáspora han nacido en los campamentos. Vivir en otro país les supone estar lejos de su tierra, pero también de su familia. Viven la lucha desde la nostalgia, la inquietud y el sacrificio de no poder estar al lado de su pueblo
«Me toca calzar unos zapatos de la talla 39, me toca ser madre, perder a mis hijos, me toca perder diez años de mi vida entre torturas y sufrimiento, me toca salir al mundo sola, sin el amparo de nadie, ni siquiera mis hijos me reconocían, me toca sufrir, me toca llenarme de odio por quienes me quitaron la vida, llenarme de furia, por los que me arrebataron a mis hijos, y me arrebataron de ellos , inhalar fuerte, y grito “¡Sahara libre! ¡Fuera Marruecos!” Me toca gritar ¿dónde están los derechos humanos ?, ¿dónde está el mundo ante estas terribles violencias?”, reflexiona Monina Mohamed.
Sentirte encarcelado en tu propia tierra
Desde los territorios ocupados, las jóvenes saharauis entienden la lucha de su pueblo como una gran lucha contra un monstruo opresor, en todos los sentidos. “Es una lucha pacífica en manifestaciones, cultura contra la eliminación de la identidad saharaui, contra el expolio de los recursos naturales, una lucha comunicativa, feminista …”, afirma el joven activista y periodista saharaui Ahmed Ettanji, de 32 años.
Para las jóvenes de los territorios ocupados, ser saharaui es ser condenado a vivir bajo la ocupación o como refugiado y ser silenciadas por las potencias internacionales. Aprenden desde muy jóvenes que la opresión de las fuerzas ocupantes marroquíes se traduce en la falta de garantías de ningún derecho fundamental. Para ellos, vivir como joven saharaui en los territorios ocupados es vivir como un ciudadano de segunda, es sufrir la tortura, la humillación y sentirte aprisionado en tu propia tierra.
Cada entiende la lucha saharaui desde su perspectiva. Por un lado está el poder de la diplomacia, de la desobediencia civil, de las campañas de sensibilización, de la resistencia no violenta … y por otro la lucha armada. Una perspectiva que actualmente están utilizando las saharauis desde la ruptura de los acuerdos del alto el fuego en noviembre de 2020 por parte de Marruecos.
El retorno a la lucha armada
La mayoría de saharauis han sido y son defensores de la vía no violenta para la resolución del conflicto en el Sahara Occidental. Los acuerdos de paz de 1991 pusieron fin a una guerra iniciada en 1976, tras la salida de España del territorio. Los jóvenes saharauis conocen la realidad que vivieron sus abuelos y sus abuelas, sus padres y madres hace más de 45 años, y saben que la guerra deja víctimas y dolor en ambos lados. Desde entonces, el pueblo saharaui, representado por el Frente Polisario, ha intentado conseguir su libertad por la vía diplomática y desde la resistencia pacífica, pero todas las alternativas han sido ignoradas.
La inacción de la comunidad internacional y las falsas promesas de las Naciones Unidas y la MINURSO durante décadas, han hecho que muchas jóvenes saharauis vean el retorno a las armas como la única vía posible para lograr la libertad, la estabilidad en el Sáhara Occidental y la coexistencia en el Magreb. Coinciden en que el retorno a las armas es un camino que han tenido que seguir porque se han visto obligadas y no les ha quedado otra alternativa si quieren conseguir la libertad de su pueblo.
“Para mí el retorno a las armas no debería ser la solución que se espera en pleno siglo XXI, pero dada la situación de indiferencia de las Naciones Unidas y las grandes potencias mundiales, no hay más remedio. Hace más de veinte años que esperamos un referéndum que se debería haber hecho en 1992 y pueden pasar cien años … que si no se soluciona por las armas, la situación seguirá igual”, explica el joven saharaui Hafdal·la Brahim.
Para la juventud saharaui el retorno a las armas refleja el agotamiento ante la inacción de las Naciones Unidas para llevar a cabo el referéndum de autodeterminación, así como la sistemática vulneración de derechos humanos por parte de las fuerzas marroquíes
En efecto, para la juventud saharaui, el retorno a las armas refleja, por un lado, el agotamiento ante la inacción de las Naciones Unidas para llevar a cabo el referéndum de autodeterminación que se debería haber celebrado en 1992. Y por otro, la sistemática vulneración de derechos humanos por parte de las fuerzas marroquíes y el acoso constante contra el pueblo saharaui y la explotación de los recursos naturales de los territorios ocupados.
La juventud saharaui tiene plena confianza en el Frente Polisario, el único representante legítimo que entienden tienen como pueblo, y reconocen que tiene un papel clave en la defensa de su causa y la liberación. Ven en el Frente la posibilidad de hacer oír su voz en el ámbito internacional y de conseguir victorias a favor del pueblo saharaui y su tierra. Es un eje que une a toda-os las saharauis en la defensa de sus derechos y el mecanismo y estructura que lidera su lucha en las diferentes esferas políticas y sociales.
Vivir con la espera de volver a sentir su tierra
El anhelo que tienen todas estas saharauis es poder conseguir la independencia y poder volver a vivir en su tierra en paz y libertad, una tierra desconocida para muchas de ellas. Imaginan poder construir un futuro en un país democrático donde se respeten los derechos y libertades, un factor clave para el desarrollo y la estabilidad económica, política y social. Sueñan con construir un país que sea referente en el Magreb y suponga la mejora de la calidad de vida de su población.
Las jóvenes saharauis de la diáspora, de los territorios ocupados y de los campos de refugiados, tienen la esperanza de vivir en un Sahara Occidental libre, donde la hospitalidad, la amabilidad, la pureza, la generosidad, la convivencia, la valentía, la resistencia y la resiliencia continúen siendo las características que mejor definen su pueblo.
«Somos un pueblo pacífico y sencillo. Vivimos por nuestra libertad y nuestra patria. Es el sueño de las personas que murieron y de las que dejaron a sus hijos volver a la tierra independiente. El pueblo saharaui es el pueblo olvidado. Pero también es un pueblo noble, sincero, paciente, resistente y firme”, concluye Lallou Mustafa, joven saharaui nacido en los territorios ocupados que actualmente vive en los campos de refugiados saharauis de Argelia