El pulso con Rabat requiere unidad interna y coordinación con la UE y EE UU
Marruecos expresó el lunes de manera explícita, con un extenso comunicado de su ministerio de Exteriores, la verdadera naturaleza del pulso que está echando a España. La decisión del Gobierno español de acoger al líder del Frente Polisario, Brahim Gali, por razones humanitarias, no es la causa del desencuentro, como hasta entonces había sostenido, sino solo un pretexto. “La crisis no está limitada al asunto con un hombre. No comienza con su llegada ni terminará con su partida”, advirtió. La razón de fondo es la posición de España sobre el Sáhara Occidental, que Rabat llega a comparar con Cataluña, en una burla a la historia y al derecho internacional, obviando que la primera es un territorio pendiente de descolonización, según la doctrina de Naciones Unidas, y la segunda, una comunidad autónoma española. La crisis, pues, queda expuesta en toda su profundidad y no pueden descartarse nuevas sacudidas. En ella, será importante que el Gobierno español logre mantener el firme respaldo de la UE —como ha venido siendo hasta ahora, con una significativa frialdad de Francia hacia Rabat— y que sepa transmitir con eficacia sus argumentos a Estados Unidos.
En cuanto al pretexto, la justicia española dejó ayer en libertad a Gali tras interrogarle telemáticamente desde el hospital de Logroño donde está ingresado por covid sobre las denuncias de torturas y genocidio que pesan sobre él. El juez no dictó ninguna de las medidas cautelares solicitadas por las acusaciones. Consideró, entre otras cosas, que no hay indicios suficientes de su implicación en esos crímenes. En este apartado, cabe esperar que Rabat entienda que, en España, la justicia es independiente.
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