El 14 de noviembre de 1976 Felipe González, secretario general del PSOE, entonces ilegal en España pero «consentido» por el Gobierno preconstitucional de Adolfo Suárez, se presentó en uno de los campamentos de refugiados del Frente Polisario en la zona liberada del Sáhara Occidental y pronunció un discurso en el que afirmó que «El pueblo saharaui va a vencer en la lucha porque tiene la razón», tildó a los gobiernos de Marruecos y Mauritania de opresores, prometió acompañar a los saharauis «en vuestra lucha hasta la victoria final» y anunció con impostada solemnidad que se comprometía con la historia y que nunca los abandonaría. Pasaron justo seis años, González fue elegido presidente y si te he visto no me acuerdo. No solo abandonó al pueblo saharaui, sino que se hizo amigo del alma del rey alauita, que lo recompensó con cuantiosas prebendas.
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Origen: De Rusia, Ucrania y viejas mentiras