Grandes cuotas de sacrificio venían con la formación de la República Árabe Saharaui Democrática reconocida por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y por una gran parte de los Estados que integran la comunidad mundial.
El 80 por ciento del Sahara Occidental está bajo control marroquí y la RASD tiene el 20 por ciento de su territorio, en su mayoría un desierto.
Durante una noche el territorio Saharaui cambió de manos españolas a manos marroquíes y mauritanas. Un día después de que la última presencia colonizadora española abandonara el área de forma vergonzosa, el Frente Polisario proclamó la constitución de la República Árabe Saharaui Democrática el 27 de febrero de 1976.
Unos días antes, el 19 de febrero de 1976, Marruecos derramó su crueldad en forma de bombas de Napalm y Fósforo Blanco sobre el campamento de Um draiga, el más poblado. Los sobrevivientes refieren otros asentamientos bombardeados, como los de Guelta, Amgala o Tifariti.
Los aviones iluminaron la zona alrededor de las 4 de la madrugada, luego se fueron y regresaron cerca de las 10 de la mañana. «De repente se lanzaron las bombas. Había carne y huesos por todas partes», relata Abubekeren Ben-Nani Abdalame, de 70 años de edad, víctima del ataque.
«Las bombas cayeron también sobre el dispensario del campamento, donde había una enfermera embarazada. La bomba la partió en dos y el feto salió disparado». Ben-Nani Abdalame describe los momentos de horror vividos durante los bombardeos que acabaron con la vida de 60 personas, según el recuento confirmado de la Asociación Familiares de Presos Desaparecidos Saharauis (Afrapredesa).
España no protegió a la desesperada población civil de la provincia 53, como llamaba al Sáhara Occidental. «No hemos sido víctimas de un único país. Hemos sido víctimas de los Estados que actuaron directamente, pero también de la potencia que tiene la responsabilidad sobre nosotros, España. Nos abandonó, y nunca pensamos que iba a hacerlo de esta manera», reflexiona el saharaui Ben-Nani Abdalame.
El pueblo saharaui sufre represión en su propio país, a manos del invasor marroquí 46 años después o sobrevive en los campos de refugiados saharauis en Hamada, el reconocido desierto de la muerte cerca de Tinduf.
Otra parte de los saharauis viven en la diáspora, desde donde intentan contribuir a la supervivencia de su gente que lucha a diario para que se haga justicia.
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Origen: Cuarenta y seis años | En Profundidad | teleSUR