Instantáneas del festival marroquí celebrado en Tarragona.
Marruecos organiza un festival en Tarragona que celebra la Marcha Verde: “Blanquea la ocupación del Sáhara”
Un supuesto festival en suelo español en el que los asistentes hablan vigilados por un retrato de Mohamed VI y las artistas invitadas cantan canciones que celebran la Marcha Verde, la invasión ilegal del Sáhara Occidental, la otrora provincia española. Es la polémica cita que acaba de celebrarse en Tarragona, con la organización de la embajada de Marruecos en España y el ayuntamiento de la ciudad catalana, en manos del PSC.
Bautizado como el Festival de Marruecos en Tarragona, arrancó el pasado viernes en lo que la prensa marroquí califica de “un ambiente festivo que destacó la riqueza del patrimonio y la autenticidad de la cultura marroquí”. Está organizado por el Consulado General del Reino de Marruecos en Tarragona, con la colaboración del ayuntamiento de Tarragona, en manos del PSC.
Su alcalde Rubén Viñuales fue una de las personalidades de la ciudad que intervino con un retrato de Mohamed VI, a imagen y semejanza de lo que sucede en Marruecos en visitas de políticos socialistas como José Luis Rodríguez Zapatero o José Bono. Viñuales resaltó “la integración de la comunidad marroquí en la ciudad y recordó los lazos de hermandad entre Tarragona y Tánger”. Al festival acudió Aicha el Gorgi, muy activa entre la diáspora marroquí en España como secretaria general de los socialistas marroquíes en nuestro país y vinculada al PSC, de cuya directiva en Tarragona ha formado parte como secretaria de Ciudadanía e Interculturalidad. En las últimas citas electorales en España ha pedido activamente el voto para los socialistas entre la numerosa comunidad marroquí.
(…)
TANGERONA. Definitivamente Catalunya is not Spain. https://t.co/kwrAnFwgZU
— GhailanniLeglat (@Ghailanni811D) May 12, 2025
Inmigrantes marroquíes celebran con canciones en Tarragona la Marcha Verde con la que #Marruecos se adueñó del #SaharaOccidental. El pasado fin de semana el ayuntamiento (@TGNAjuntament) copatrocinó con el Consulado de Marruecos (@MaTarragona) un festival. El alcalde… pic.twitter.com/FjB35QuyHA
— Ignacio Cembrero (@icembrero) May 13, 2025
*No a la «marroquinización» de la escuela pública en España, sí a la enseñanza reglada del islam.
La religión islámica ha de ser enseñada a todos los que lo solicitan, pero no se debe impartir una «cultura» costeada por Marruecos, que acaba ensalzando la Marcha Verde y cuyo máximo referente es Mohamed VI. Doce Comunidades Autónomas han empezado a introducir el Programa de Lengua Árabe y Cultura Marroquí. La versión murciana del programa glorifica la Marcha Verde como resalta con alborozo la prensa marroquí.*
[13/5, 0:08] : *El Confidencial* (Tribuna)
*No a la «marroquinización» de la escuela pública en España, sí a la enseñanza reglada del islam*b es
_La religión islámica debe de ser enseñada a todos los que lo solicitan, pero no se debe impartir una «cultura» costeada por Marruecos, que acaba ensalzando la Marcha Verde y cuyo máximo referente es Mohamed VI_
*Ignacio Cembrero* 12/05/2025
«Para afirmar su apoyo a la iniciativa autonómica marroquí en el Sáhara, España ha reformado algunos contenidos escolares». «Varios establecimientos escolares han incorporado a sus programas elementos que ponen en valor la historia y la cultura de Marruecos, especialmente la Marcha Verde», escribió el mes pasado el digital marroquí La Relève, uno de tantos afines al aparato de seguridad. «Esta reforma ha empezado por la región de Murcia (…)», precisaba este y otros periódicos.
La Marcha Verde fue la invasión promovida en 1975 por el rey Hassan II con la que Marruecos se adueñó del Sáhara Occidental, la última colonia española. Ha sido efectivamente ensalzada en el marco del Programa de Lengua Árabe y Cultura Marroquí (PLACM) que se imparte, entre otros lugares, en algunas escuelas públicas en Murcia. Suscrito en 2012, cuando gobernaba Mariano Rajoy, entre los gobiernos de España y de Marruecos, ese programa ha sido introducido paulatinamente en doce comunidades autónomas, siete de ellas gobernadas por el Partido Popular. No forma parte del currículo obligatorio.
Puesto en marcha por la Fundación Hassan II, que lleva el nombre del rey que bombardeó a los rifeños con napalm en 1958 y a los saharauis en 1976, el programa busca «enseñar la lengua árabe y la cultura marroquí a los alumnos marroquíes y no marroquíes matriculados en escuelas españolas en primaria y secundaria», según reza un documento oficial. «Su objetivo es además proporcionar una formación a los alumnos marroquíes para que puedan preservar su identidad y vivir su cultura respetando la del país de acogida», añade. Rabat financia el PLACM y sufraga a los profesores marroquíes que lo imparten en las escuelas públicas de España.
La cultura marroquí no es solo el escritor Mohamed Choukri, el poeta Abdallah Zrika o el cantante Abdelhadi Belkhayat unánimemente enaltecidos. La cultura marroquí es, tal y cómo se concibe en el PLACM, la exaltación de la Marcha Verde y la devoción a un rey que ostenta el poder ejecutivo y que es, además de jefe de Estado, Comendador de los Creyentes, es decir jefe espiritual de los 37 millones de marroquíes. Por él se reza en algunas mezquitas de España, sobre todo en las 59 de Ceuta y Melilla, todas ellas costeadas por el Ministerio de Asuntos Islámicos de Marruecos.
¡Esos no son los valores de una España democrática y aconfesional! Francia, el país con más inmigración marroquí de Europa, firmó en 2020 un convenio similar con Marruecos, pero lo circunscribió a la enseñanza del árabe en la escuela pública. No abarca la cultura impregnada de un islam a la marroquí.
Por supuesto que hay que enseñar el islam a todos los niños y adolescentes cuyos padres lo soliciten porque es una obligación legal recogida en el Acuerdo de Cooperación firmado entre el Estado español y la Comisión Islámica de España hace ya 33 años. Excepto en Ceuta y Melilla, donde la educación corre por cuenta del Estado, las comunidades autónomas han ido contratando a profesores con cuentagotas y en seis de ellas sigue sin haber clases de esa religión. No se cumple la ley.
La enseñanza de un islam reglado nos conviene, sin embargo, a todos porque puede ser un dique contra la tentación yihadista en la que algunos jóvenes musulmanes caen inspirados en propaganda audiovisual que circula por redes sociales, parte de ella en español. El año pasado el 75% de los detenidos por terrorismo en España fueron jóvenes marroquíes.
Enseñar la religión musulmana prescindiendo de la supervisión de una potencia extranjera contribuye además a fomentar un islam español o europeo mucho más identificado con los valores que imperan en el Viejo Continente que con los de monarquías como la marroquí o la saudí, que también intentó medrar, tan alejados de los nuestros. El islam con los colores de Europa puede facilitar la integración de los que lo practican.
Entre los países que cuentan con inmigrantes en España solo Marruecos se esfuerza en ejercer su tutela sobre los 920.000 marroquíes que están empadronados a los que hay que añadir un cuarto de millón que ostentan la nacionalidad española. Su empeño obedece a razones económicas, las remesas representan el 9% del PIB de Marruecos, y también políticas porque puede intentar movilizar a esa inmigración en defensa de sus intereses en el país de acogida.
En España lo ha hecho en múltiples ocasiones. Lo hizo, por ejemplo, en 2009 a través de la Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas. La Dirección General de Estudios y Documentación (DGED), el servicio secreto exterior marroquí, tomó durante años el control de esa federación musulmana que utilizó para arremeter contra la saharaui Aminetú Haidar. La activista se había puesto entonces en huelga de hambre en el aeropuerto de Lanzarote para poder regresar al Sáhara Occidental.
Más recientemente, en 2021, la DGED «intentó movilizar a la colonia marroquí y todo su entramado asociativo con el fin de que esta se manifestara contra la decisión del Gobierno español de acoger y dar atención médica» en La Rioja a Brahim Ghali, el líder del Frente Polisario, según reza un informe del CNI del 24 de junio de ese año publicado por El País. Los espías se empeñaron además «en reactivar todas las denuncias y demandas que distintas asociaciones, por ellos controladas, habían interpuesto [contra Ghali] ante la Justicia española». En ambos casos no tuvieron éxito.
Cuando las autoridades marroquíes recaban el apoyo de instituciones españolas, como el ayuntamiento de Tarragona, entonces sí lo logran. En el Festival de Marruecos en Tarragona, que el alcalde tarraconense Rubén Viñuales (PSC-PSOE) quiso patrocinar, cientos de marroquíes entonaron en la calle, el pasado fin de semana, canciones glorificando la Marcha Verde.
Santiago Abascal, el líder de Vox, arremete con frecuencia contra el supuesto «plan de islamización de España que parecen tener el PP y el PSOE». En la Asamblea Regional de Murcia sus diputados amenazan al presidente autonómico, el popular Fernando López Miras, con no votarle los presupuestos si no cancela el programa educativo marroquí. Desde el PP le responden que están libres de culpa porque «no han destinado a su desarrollo un sólo euro» del presupuesto regional.
Ese es el problema. Paga Marruecos y quién paga manda. Por eso se presenta en Murcia como la «fiesta de la Marcha Verde» el ignominioso episodio de la historia de España en la que se entregó el Sáhara Occidental al vecino marroquí sin consultar a su población autóctona.
El objetivo de una España democrática debe de ser que sus inmigrantes marroquíes sean ciudadanos libres y no súbditos de un rey extranjero que cada año, el 6 de noviembre, conmemora con «gran orgullo» la «gloriosa» invasión del Sáhara Occidental.
Fin [Hay muchos enlaces de referencia en El Confidencial, para quienes puedan acceder a la publicación]:
El alcalde Tarragona, Rubén Viñueles, participó en un aquelarre nacionalista marroquí en la ciudad donde se cantaron canciones conmemorativas y de celebración de la Marcha Verde, invasión, ocupación y exilio del pueblo saharaui. pic.twitter.com/s8qniDzkG6
— Ahmed Baba (@AhmedBabaD86) May 12, 2025