Te definís como anticolonial. ¿Cómo es serlo y con un cargo de diputada, la primera de origen saharaui, en un país que fue, entre otras cosas, la principal potencia colonial en América, con profundas consecuencias en este continente y en el territorio saharaui?

Yo creo que ser anticolonial para los hijos de la colonialidad, es decir, para cualquier persona que ha nacido bajo ocupación, es un mandato con el que se nace, y mientras exista un saharaui va a existir la causa saharaui. Eso para mí es fundamental. Mi gran faro teórico ya no vive, sería [Frantz] Fanon, un gran referente para todo el pensamiento anticolonial. Para mí fue muy complicado ideológicamente votar a Pedro Sánchez como presidente del gobierno de España después de la gran traición del Partido Socialista al pueblo saharaui, pero sí que es verdad que yo, aparte de ser saharaui, represento muchas cosas. Represento a las personas migrantes, a las mujeres, a la gente joven, a mayorías sociales imprescindibles que buscan también una persona que las represente. Asumir el cargo o el mandato de ser diputada es algo que hice por responsabilidad, me dio vértigo, porque yo, de formación y de trabajo, soy ingeniera informática y hacía activismo en mi tiempo libre. Porque para hacer activismo en un estado colonial donde el capitalismo inevitablemente nos obliga a trabajar implica que tenemos que cubrir nuestras necesidades básicas, luego nos queda muy poco tiempo libre para politizarnos. Y hasta politizarse es un trabajo; es un esfuerzo ser anticolonial, ser activista y ser defensor de los derechos humanos todos los días de tu vida, pero hay que ser coherente. Yo nunca les pido a los demás o todo o nada, y creo que es importante ocupar espacios.

Sobre todo, y antes que saharaui, soy feminista, y es importante ocupar espacios en la judicatura, en el periodismo, en la banca, como en mi caso cuando yo estaba ahí. Es muy importante que los hijos de la colonialidad no se vuelvan una burguesía colonizada, que no abandonen su lucha, ni sus causas, ni su pensamiento, sino que habiten y ocupen espacios para poder aprender de ellos y comprender cómo funcionan. Hay que ocupar este tipo de espacios para decirles básicamente a nuestras hijas, a nuestros hijos, que se puede, que también el poder es nuestro, que el día de mañana ese poder y ese espacio los ocupe más gente que crea de verdad en los derechos humanos, porque mi lucha también es la de todos los pueblos oprimidos, todas las personas que quieran y que comprendan los derechos como universales y de todas y todos.

Es muy complicado, yo vivo constantemente en la frustración, pero no en el pesimismo. Hay que estar constantemente dando la batalla y todos los días levantarse diciendo “hay que seguir machacando porque es lo que yo aprendí de mis padres, es lo que yo aprendí de mi pueblo y el camino sólo es ese, no hay otro”. Si nos resignamos, gobiernan los fachas.

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