En un comunicado, el Observatorio Saharaui denunció el trato dispensado a los niños saharauis que participan en «campamentos de verano» en los territorios ocupados, «donde estos espacios se han convertido en herramientas para reproducir la exclusión y borrar la identidad cultural saharaui».

Estas prácticas —añade la declaración— «forman parte de un patrón más amplio de violaciones contra la infancia saharaui, en flagrante violación de las convenciones internacionales pertinentes, en particular la Convención sobre los Derechos del Niño y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales». La declaración enfatizó que «la experiencia de estos niños saharauis en estos campamentos se ha convertido en una experiencia dolorosa, llena de exclusión, abandono y maltrato».

Si bien condena enérgicamente estas violaciones, que constituyen una clara violación de la Convención sobre los Derechos del Niño y otros tratados internacionales que garantizan el derecho de los niños a la protección y el cuidado sin discriminación, el Observatorio señaló que estas prácticas trascienden el marco educativo y alcanzan niveles peligrosos de adoctrinamiento político. Esto incluye la imposición de contenido ideológico y la difusión de mensajes dirigidos a borrar la identidad nacional y cultural de los niños saharauis, en un intento de normalizar la situación de ocupación.

Según testimonios consistentes documentados por el Observatorio, los niños fueron sometidos a tratos degradantes, incluyendo «exclusión deliberada, abandono físico y psicológico, total desprecio por sus necesidades, así como un claro comportamiento racista en su trato y comunicación, lo que refleja una mentalidad colonial profundamente arraigada en el trato con el pueblo saharaui».

El Observatorio reafirmó su firme compromiso de seguir monitoreando y documentando todas las formas de violaciones contra niños, niñas y mujeres saharauis, y de denunciarlas ante los organismos y mecanismos internacionales de derechos humanos. Subrayó que respetar la dignidad de los niños, niñas y adolescentes saharauis es una verdadera prueba de la voluntad de la comunidad internacional de hacer justicia.