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Coacciones y presiones directas

En julio de 2025, Nizar Baraka, secretario general del Partido Istiqlal, envió una carta a Alberto Nuñez Feijóo en la que expresaba su «profunda preocupación» por la falta de claridad del PP respecto al Sáhara Occidental. En la misiva, instó al partido a actuar «con claridad y visión estratégica» y a alinearse con la iniciativa de autonomía marroquí, presentada como la opción respaldada internacionalmente.

El PP replicó que su posición es «pública y transparente» y que coincide con la de la ONU y la UE. También acusó al Gobierno de Sánchez de mantener una política opaca y subrayó que no va a avalar pactos de los que no tiene conocimiento.

Diversos medios de comunicación sostienen que Marruecos busca presionar al PP para que respalde el plan de autonomía saharaui, sugiriendo una estrategia de influencia política a largo plazo. Y desde Rabat se resalta que la relación entre España y Marruecos ya no se juega solo en Madrid, sino también en Bruselas, Washington y otras capitales, y se advierte que cualquier ruptura del acuerdo sobre el Sáhara podría afectar a intereses estratégicos en comercio y migración.

Aunque el Partido Istiqlal no ha emitido amenazas explícitas, sí ha utilizado una estrategia de presión que podría interpretarse como chantajista:

• Una carta formal que exige alineación con un presunto consenso internacional favorable a la autonomía bajo soberanía marroquí.
• Mensajes que insinúan la pérdida de influencia del PP si no se adapta a esa posición.
• Sugerencias de que Marruecos podría activar mecanismos de presión enfocados en la cooperación en comercio, migración y seguridad.

El PP, por su parte, evita declarar su postura sobre el Sáhara, alegando desconocimiento de los compromisos asumidos por el Gobierno actual. Esto genera incertidumbre y desconfianza en Rabat y en el Partido Istiqlal, que reclaman que se mantenga una coherencia con ese supuesto consenso internacional, aunque los únicos consensos reales –ONU y UE– apoyan la autodeterminación, y esperan que el PP apoye el plan de autonomía marroquí, secundándolo como una «solución realista», como decía Sánchez en su carta. Además, insinúan que España podría salir perdiendo diplomáticamente si no actúa con claridad.

Marruecos, de forma oficial, destaca que España depende de su cooperación en seguridad, migración y comercio, y que, si se tensan sus relaciones, se verían perjudicados intereses mutuos. Sugiere, además, que dispone de herramientas para ejercer presión si fuera necesario.

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