La decisión de Moncloa de renunciar definitivamente a la compra de los cazas F‑35 Lightning II encierra una lectura geopolítica de amplio calado. El paso, que el Gobierno español ha argumentado en la apuesta por invertir el 85 % de los fondos de defensa -más de 10.400 millones de euros- en programas europeos, ha levantado no solo polvareda en círculos militares, sino también cierta preocupación en su impacto en el tablero de poder regional, con eco directo en el vecino del sur.

Para Marruecos, es ya una ambición de larga data hacerse con los cazas más avanzados del mercado, que por sus características de despegue vertical o naturaleza furtiva -advierten los expertos militares consultados por El Independiente– carece de alternativa real. Ahora la negativa española podría allanar el camino hacia esa aspiración de la monarquía alauí de Mohamed VI. La posibilidad de que Marruecos acceda a esos mismos aviones, con el aval de la administración Trump, podría contribuir a alterar el equilibrio estratégico en el Mediterráneo occidental.

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