La crisis diplomática entre Argelia y Francia se ha convertido en uno de los grandes focos de tensión del Magreb y del Mediterráneo. Más allá de las polémicas superficiales que ocupan titulares, lo que está en juego es la ruptura del entramado poscolonial y el reposicionamiento de Argel en el nuevo orden multipolar. A ello se suma su firme defensa de Palestina y del derecho de los pueblos a la autodeterminación, factores que han colocado a Argelia en el punto de mira de un eje hostil integrado por Francia, Israel y Marruecos.
Un reciente análisis propone leer esta confrontación a través de la teoría de los juegos, disciplina que permite prever los comportamientos estratégicos de los actores implicados. El estudio identifica a Francia y Marruecos como piezas de una estrategia neocolonial destinada a frenar la independencia argelina, mientras Argelia moviliza sus palancas energéticas, diplomáticas e industriales. Los escenarios futuros apuntan a una relación fría pero estable o a una distensión frágil, con el Sáhara Occidental como telón de fondo y Marruecos actuando como instrumento de presión permanente contra la soberanía argelina.
Análisis basado en el artículo de ALGÉRIE PATRIOTIQUE: Les tensions entre l’Algérie et la France et les prévisions de conflits par la théorie des jeux

Madrid, 18 de agosto de 2025. – Desde hace meses, la relación entre Argelia y Francia se encuentra sumida en una espiral de tensiones que muchos califican como una de las crisis diplomáticas más graves de las últimas décadas. Los signos de hostilidad se multiplican: gestos simbólicos, declaraciones políticas, campañas mediáticas y una sucesión de desencuentros que, en ocasiones, rozan lo grotesco. Pero lo más significativo es que los motivos esgrimidos varían sin cesar: un día se habla de polémicas literarias, otro de órdenes de expulsión de migrantes. Esta variación constante revela, en realidad, que las razones superficiales no son las verdaderas. Bajo esa capa de pretextos se esconden causas estructurales más profundas, vinculadas al reposicionamiento de Argelia en el nuevo orden mundial y al declive relativo de la influencia francesa.
Un reciente análisis propone mirar esta crisis a través de un lente poco habitual en el debate público: la teoría de los juegos, disciplina matemática y de ciencias sociales desarrollada en el siglo XX por John von Neumann, Oskar Morgenstern y posteriormente ampliada por John Nash. Este enfoque permite modelar las interacciones estratégicas entre actores con intereses divergentes, tratándolas como un “juego” en el que cada parte busca maximizar su ganancia o minimizar su pérdida. Aplicada a la geopolítica, la teoría de los juegos ofrece una herramienta para proyectar escenarios futuros y prever los comportamientos de los actores implicados.
La ambición de este ejercicio es triple: en primer lugar, pedagógica, al acercar a la opinión pública un instrumento científico capaz de aportar rigor y método al análisis político; en segundo lugar, analítica, al identificar los verdaderos jugadores de la partida y sus intereses estratégicos; y, finalmente, prospectiva, al esbozar los posibles escenarios para los próximos cinco años. El modelo parte de una fórmula sencilla: el interés estratégico (I) de un actor se define como el producto entre sus palancas de acción (L) –militares, diplomáticas, económicas, mediáticas–, la temporalidad (T) de su activación y el grado de cooperación o conflictividad (C) con los demás jugadores. Dicho de otro modo, no basta con tener recursos, hay que saber cuándo activarlos y con quién contar o contra quién enfrentarse.
En el caso de las tensiones entre Argelia y Francia, el análisis muestra que reducir la confrontación a un simple “incidente diplomático” sería un error. Lo que está en juego es mucho más profundo: la ruptura de Argelia con el viejo entramado poscolonial y su alineamiento con un orden multipolar en el que Rusia, China y el Sur Global ganan peso. A ello se suma un factor ideológico que incomoda especialmente a París: la coherente defensa argelina de la causa palestina, que sitúa a Argel como referente mundial del anticolonialismo y el antiimperialismo. Según el estudio, este compromiso convierte a Argelia en un blanco prioritario para el bloque Francia-Israel-Marruecos, que actúa como un frente coordinado en los ámbitos diplomático, mediático y cultural.
La lista de jugadores va más allá de este eje. Rusia y China son socios estratégicos de Argelia en materia energética y militar; Italia, España y Alemania dependen de su gas, aunque sus políticas se ven condicionadas por la disciplina europea; y Estados Unidos mantiene un doble juego, mostrando interés en reforzar intercambios económicos con Argel, pero sin renunciar a su alineamiento con París y Tel Aviv. Incluso la diáspora argelina en Francia aparece como actor de primer orden, convertida en campo de batalla simbólico y objetivo de campañas de estigmatización, pero también potencial palanca de influencia si logra organizarse.
Los resultados de la modelización son claros: Argelia cuenta con ventajas estructurales en el terreno energético y en la diversificación de alianzas internacionales. Sus inversiones industriales y su papel de proveedor energético para Europa son activos de primer orden. Sin embargo, sufre debilidades notables en el terreno mediático y cognitivo, donde el bloque adversario despliega ataques híbridos de gran rapidez y visibilidad. Estas asimetrías explican por qué, aunque Argelia conserva una posición robusta a largo plazo, en el corto plazo se ve sometida a una presión continua en el frente simbólico y mediático.
La teoría de los juegos, combinada con simulaciones de tipo Monte Carlo, permite proyectar cuatro escenarios plausibles para el periodo 2025-2030. El primero, el del statu quo tenso, presenta una probabilidad de entre el 21 y el 38% y se traduce en una relación fría pero estable, con retórica hostil y cooperación mínima. El segundo, el de escalada híbrida (10-29%), prevé un recrudecimiento de campañas de desinformación, provocaciones y ciberataques, sin llegar a un conflicto militar abierto. El tercero, el de distensión frágil (30-47%), aparece como el más probable y estaría impulsado por los intereses energéticos europeos y por la necesidad de una diplomacia más pragmática. El cuarto, el de ruptura brusca (0,3-24%), contempla un colapso total de las relaciones, aunque su baja probabilidad se explica por los enormes costes que supondría para todas las partes.
De esta manera, la teoría de los juegos confirma lo que la intuición política ya sugiere: la probabilidad de un conflicto militar abierto es casi nula, debido tanto al poder de disuasión del ejército argelino como al coste prohibitivo que tendría para Francia y sus aliados. La batalla seguirá librándose en otros terrenos: en los medios de comunicación, en la diplomacia internacional, en la economía y en el espacio digital. La diáspora argelina en Francia continuará siendo la principal víctima de esta confrontación, sometida a campañas de estigmatización y a una presión psicológica constante.
El estudio concluye que el reto de Argelia será acelerar la activación de sus palancas estratégicas –particularmente en los ámbitos energético e industrial– y reforzar su presencia mediática en el espacio internacional, neutralizando las ofensivas cognitivas de sus adversarios. Al mismo tiempo, debe mantener el equilibrio entre respuestas inmediatas y estrategias de largo plazo, para consolidar sus ventajas estructurales sin dejar espacios a la ofensiva mediática y diplomática del bloque hostil.
Pero el análisis no se limita a la relación bilateral Argelia-Francia: coloca también a Marruecos en el centro del tablero como instrumento funcional de esta estrategia de desgaste. El majzén, con su ocupación ilegal del Sáhara Occidental y su dependencia estructural de París y Tel Aviv, se ha convertido en la pieza útil de una política de hostigamiento permanente contra Argelia. El neocolonialismo moderno se expresa hoy no solo en la explotación de los recursos saharauis y en la negación del derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui, sino también en la tentativa de desestabilizar a Argel, golpeando su identidad, su memoria histórica y su papel en el continente africano. Por eso, cualquier análisis riguroso de la crisis franco-argelina debe incluir también el eje Rabat-París-Tel Aviv, que constituye la verdadera plataforma de la hostilidad.
En definitiva, lo que está en juego no es solo la relación entre dos Estados, sino la pugna entre un modelo neocolonial en declive y un modelo de soberanía nacional y solidaridad internacionalista que representa Argelia. La batalla del Sáhara Occidental aparece aquí como un frente decisivo: mientras Francia y Marruecos lo utilizan como moneda de cambio y como herramienta de presión, Argelia lo defiende como cuestión de principios y como parte inseparable de su ADN anticolonial. El desenlace de este pulso marcará no solo el futuro de las relaciones bilaterales, sino también el de toda la región magrebí y saheliana, donde se juega el equilibrio entre sometimiento al viejo orden imperial o afirmación de un nuevo orden multipolar basado en la justicia y la autodeterminación de los pueblos.
Victoria G. Corera – PLATAFORMA «No te olvides del Sahara Occidental»