Las manifestaciones a lo largo del país vecino entran en su segunda semana, a la espera del discurso el viernes de Mohamed VI.
Resumen del artículo – La revuelta de la Generación Z en Marruecos
Las protestas que sacuden Marruecos desde hace semanas tienen su origen en un hecho trágico: la muerte de ocho mujeres embarazadas en un hospital público de Agadir. Ese suceso, símbolo del colapso del sistema sanitario, desató una ola de indignación en redes sociales que pronto se trasladó a las calles. Jóvenes organizados desde la plataforma Discord, bajo la etiqueta #GenZ212, han convertido su frustración en un movimiento nacional que denuncia la corrupción, la pobreza y la falta de servicios públicos. Sus lemas —«El pueblo quiere la caída de la corrupción» o «Somos un país agrícola, pero las verduras son caras para nosotros»— reflejan un profundo hartazgo ante un sistema que consideran vacío y sin representación.
La respuesta del régimen de Mohamed VI ha sido una represión violenta y sistemática. Según Amnistía Internacional, las fuerzas de seguridad han utilizado vehículos para atropellar manifestantes y detenido arbitrariamente a cientos de jóvenes, muchos de ellos menores. Más de 500 personas han pasado por procesos judiciales exprés en Rabat, Casablanca y otras ciudades. Los tribunales operan a contrarreloj, mientras la policía intensifica las detenciones y los interrogatorios. Para los observadores de derechos humanos, el patrón recuerda al del Hirak del Rif: represión selectiva, concesiones simbólicas y una estrategia de desgaste. La censura y el miedo vuelven a imponerse como herramientas de control político.
El contexto amplifica la tensión: Marruecos invierte miles de millones en estadios e infraestructuras para el Mundial 2030, mientras la mayoría de la población carece de hospitales o servicios básicos. El movimiento juvenil denuncia esa contradicción y exige rendición de cuentas. Sin líderes visibles, sin partidos ni estructuras jerárquicas, la Generación Z ha construido un espacio de resistencia digital y social que desafía los límites del régimen. Aunque el Gobierno promete diálogo, no ha ofrecido soluciones reales. Las calles siguen siendo el escenario del descontento, y el discurso del rey, esperado con expectación, determinará si Marruecos elige la apertura o la represión como respuesta a una generación que ya no tiene miedo.
Los jóvenes de Marruecos mantienen el pulso pese a la represión y los juicios exprés: “Hay una ausencia total de miedo” – EL INDEPENDIENTE
“Hay una ausencia total de miedo”, señala en conversación con El Independiente el periodista marroquí Hicham Mansouri. “Una falta de temor mezclada a veces con una despreocupación que desarma. Es un fenómeno que me llama la atención”, desliza Mansouri. Desde su exilio en Francia, el director de Hawamich.info observa con sorpresa las protestas de los jóvenes marroquíes, que mantienen el pulso en su segunda semana de movilizaciones.
Marruecos vive desde finales de septiembre las protestas más persistentes desde el Hirak del Rif en 2016. Las marchas, organizadas por el movimiento anónimo “GenZ212” —una referencia a la Generación Z y al prefijo telefónico del país—, han sacudido una veintena de ciudades, desde Rabat a Agadir, pasando por Marrakech y Uchda. Reclaman mejor sanidad, educación, oportunidades laborales y el fin de la corrupción. Lo hacen con ironía, con memes, y sin líderes visibles. “El smartphone y la red son parte de su identidad”, resume Mansouri a propósito de una generación que creció lejos de los años de plomo.
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