A las autoridades de ocupación marroquíes no les gusta la jaima saharaui, el hogar tradicional de los nómadas del desierto y símbolo de su cultura; no la quiere en el Sáhara Occidental que invadió hace más de 40 años.
El pasado mes de agosto las fuerzas de seguridad marroquíes en el Sáhara Occidental se dedicaron a desmantelar y confiscar las jaimas que los saharauis levantaron en las extensas playas de Fum Eluad para pasar el verano, según su costumbre. La policía marroquí se dedicó a lo mismo que viene haciendo desde que entró en la excolonia española: perseguir a los ciudadanos saharauis. En junio y julio de este año reprimió casi a diario las manifestaciones de desempleados saharauis que reclaman un puesto de trabajo en su propia tierra –que sí tienen los colonos marroquíes-, mientras sus recursos naturales son explotados por Marruecos.
Lo ocurrido en agosto con las jaimas lo ha denunciado la Asociación de Protección y Promoción de la Cultura y el Patrimonio Saharauis (APDPCS); afirma que es una guerra declarada del ocupante para destruir los símbolos del patrimonio cultural e identidad saharaui. Día tras día han destrozado las jaimas instaladas en la playa, las jaimas a la que cantan los poetas saharauis, como Bahia Awah en “One Peace Day”: “la paz en mi jaima venció a la guerra/ y la jaima se convirtió en símbolo de paz”.
La APDPCS ha dicho que el régimen de Mohamed VI puso la jaima saharaui en el punto de mira tras el levantamiento del campamento Gdeim Izik, en 2010, a las afueras de El Aaiún, contra la ocupación marroquí.
Y mientras las fuerzas de seguridad marroquíes arremetían contra una costumbre y un símbolo saharauis, el ejército de Marruecos traspasaba el 14 de agosto el muro militar y se adentraba en la zona de Guerguerat, en el sur del Sáhara Occidental, para asfaltar una carretera con el pretexto de controlar el contrabando de coches y el tráfico de drogas en la región, lo que para el Frente Polisario ha supuesto la violación del alto el fuego de 1991.
Marruecos y el Polisario han concentrado efectivos en la zona y cada día crece la tensión, como ha reconocido la propia ONU, que también habla de ruptura del alto el fuego.
¿Qué hace o dice España ante esta crítica situación? Sabida es la postura del Gobierno de Mariano Rajoy sobre el conflicto en la excolonia española: Oficialmente no sale de su declaración de apoyo a una “solución política justa, duradera y mutuamente aceptable que prevea la libre determinación del pueblo del Sáhara Occidental”, pero cada vez más abiertamente sigue la política francesa, el aliado de Marruecos, y apoya las posiciones marroquíes.
No en vano en julio, con motivo de la Fiesta del Trono, Mohamed VI dijo que España era, junto con Francia, uno de sus principales aliados. Lo afirmó en el mismo acto en el que el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero fue premiado por el monarca alauí con una de las más altas condecoraciones del reino de Marruecos.
El ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación en funciones, José Manuel García-Margallo, ha asegurado que acudirá al Senado para explicar la política internacional española ante los hechos provocados por Marruecos en territorio de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), en respuesta a la petición que el 6 de septiembre hizo el senador de Compromís, Carles Mulet.
¿Acudirá García-Margallo al Senado o dejará que pase el tiempo y se olvide el asunto? Sobre el Sáhara Occidental el ministro de Exteriores es especialista en hacer anuncios de los que después no vuelve a hablar.
El 24 de junio de 2015 dijo que el Gobierno estaba en «contacto permanente» con Marruecos por el caso de Takbar Haddi, la madre saharaui que estuvo 36 días en huelga de hambre frente al consulado de Marruecos en Las Palmas de Gran Canaria para reclamar el cadáver de su hijo, muerto por la agresión de colonos marroquíes. ¿Resultado? Se desconoce.
En abril de 2016 el Ministerio de Asuntos Exteriores pidió explicaciones a la Embajada de Marruecos por la expulsión de un magistrado y cuatro abogados españoles de Rabat y transmitió la preocupación de España por las garantías de los afectados, lo que no hizo en anteriores ocasiones con la larga lista de españoles expulsado del Sáhara. ¿Resultado? Se desconoce.
Si el ministro García-Margallo compareciese en el Senado podría explicar, también, el motivo por el que el consulado de Agadir deniega el visado a saharauis que tienen previsto viajar a España para participar en actos con organizaciones de DDHH o universidades, como le ocurrió en tres ocasiones a la activista Zainab Abelahi Bachir.
La siguiente es una relación aproximada de hechos ocurridos en agosto de 2016 en el Sáhara Occidental bajo ocupación marroquí y ciudades del sur de Marruecos con población saharaui, según datos de organizaciones de Derechos Humanos y medios de información saharauis, tanto oficiales como independientes: