Foto archivo red
Enterrada bajo la arena del desierto quedó la ciudad de La Güera y con ella desapareció su gente, cada uno huyó como pudo de su tierra bajo el fuego de la guerra y lo único que se ha mantenido erguido a pesar del siroco es el Barco de Azúcar, este barco yace hoy abandonado en medio de la soledad reclamando volver a su destino.
Con cierta nostalgia los saharauis recuerdan esta ciudad como una profunda cicatriz que se mantiene abierta en el corazón de cada uno.
Mirando al mar se encuentra la pequeña península de Cabo Blanco y en su extremo occidental se ven las paredes de las casas enterradas por la arena y dos guardias de la frontera vigilan de noche y día los restos de lo que fue La Güera. Por sus calles ya no hay transeúntes, ni comerciantes, ni mujeres, ni niños; todo se lo llevó el exilio y el tiempo. Sus peces y pájaros asombrados de tanta soledad abandonaron sus guaridas y con ellos desapareció el puerto de esta pequeña ciudad que servía para la llegada de muchos productos que se intercambiaban en la frontera con Mauritania.
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LEER + en: Ali Salem Iselmu, escritor saharaui: La Güera y el barco de azúcar