(…) dos años después de que Argelia aprobara su demarcación marítima, el Gobierno español ha decidido expresar su desacuerdo justo una semana antes de que la ministra viajase a Argel. “No estamos de acuerdo y lo pusimos en su conocimiento [de Argelia]”, aclaró González Laya en conferencia de prensa. (…)
La otra cuestión candente es la del Sáhara Occidental. Hasta el momento, la postura de España no ha influido en las relaciones bilaterales. Pero este fin de semana, el secretario de Estado de Derechos Sociales, Nacho Álvarez, número dos del vicepresidente Pablo Iglesias, recibió en su despacho oficial a Suilma Hay Emhamed Salem, responsable de Asuntos Sociales de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD). Álvarez se refirió a ella como ministra y publicó fotos de la reunión en su Twitter.
El encuentro suscitó la queja inmediata del ministro de Exteriores marroquí, Nasser Bourita. Tras una llamada de Bourita a su homóloga, la ministra española aclaró en Twitter ese mismo domingo que las declaraciones de Nacho Álvarez no expresaban la opinión del Gobierno, que la política sobre el Sáhara Occidental no ha cambiado, porque es cuestión de Estado, que el Gobierno apoya los esfuerzos de la ONU para alcanzar una solución pacífica y que no reconoce a la RASD.
Con una llamada y dos tuits se disiparon en Marruecos los temores sobre la posible influencia de Unidas Podemos sobre la política de España respecto al Sáhara. El Gobierno de Marruecos se da por satisfecho. Pero el argelino permanece en silencio. Y España está obligada a entenderse con los dos.
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