Argelia-UE: Arbitraje de un desequilibrio histórico – Artículo de Akram Kharief / RLS

Argelia-UE: Arbitraje de un desequilibrio histórico – Artículo de Akram Kharief / RLS

SINOPSIS del artículo de Akram Kharief / RLS | UE vs. Argelia: choque de modelos en un mundo multipolar

En julio de 2025, la Unión Europea inició un procedimiento de arbitraje contra Argelia, en el marco de su Acuerdo de Asociación firmado en 2002, alegando que las políticas argelinas de restricción comercial e industrial violan los principios de liberalización y reciprocidad. Bruselas acusa a Argel de dificultar el acceso al mercado a empresas europeas mediante barreras regulatorias, limitaciones a la inversión extranjera y un sistema de licencias discriminatorio, lo que ha deteriorado el comercio bilateral. Argelia, por su parte, defiende su derecho soberano a proteger su economía y denuncia el carácter desequilibrado y eurocéntrico del acuerdo.

Este conflicto revela una fractura más profunda: el desgaste de un marco de asociación heredado de una época de unipolaridad, que Argel considera obsoleto. Desde 2020, las autoridades argelinas han intentado revisar el acuerdo, denunciando la falta de compensaciones en sectores estratégicos y la dependencia comercial estructural que impone el modelo europeo. Al mismo tiempo, Argelia ha avanzado en una estrategia de diversificación industrial y alianzas geoeconómicas, orientándose hacia el Sur Global y organismos como los BRICS, la OCS o el AfCFTA africano.

Las tensiones reflejan un reequilibrio más amplio del poder económico internacional. La UE busca imponer disciplina jurídica mediante el arbitraje, mientras Argelia desafía los marcos normativos neoliberales, privilegiando la soberanía económica y el regionalismo alternativo. Este pulso jurídico-político se inscribe en un contexto de declive del orden comercial euroatlántico, y podría tener consecuencias sistémicas para la política de vecindad de la UE, cuya influencia normativa está siendo crecientemente disputada.

Más allá del conflicto técnico, el caso argelino ilustra el agotamiento del paradigma eurocentrista en el Mediterráneo y la emergencia de modelos multipolares que reclaman reciprocidad, codiseño y respeto a las prioridades nacionales. Argelia ya no acepta ser una simple periferia energética ni un mercado pasivo para los excedentes industriales europeos: exige una renegociación de los términos de relación. La forma en que se resuelva esta disputa marcará un hito en el rediseño de las relaciones entre Europa y el Sur Global.


Contexto y génesis de la crisis:

El 20 de marzo de 2024, la Comisión Europea anunció la apertura formal de un procedimiento de solución de diferencias contra Argelia, en el marco del Acuerdo de Asociación UE-Argelia firmado en 2002 y entrado en vigor en 2005. Este procedimiento, que se basa en los artículos 100 a 102 de dicho acuerdo, tiene como objetivo denunciar un conjunto de prácticas comerciales y regulatorias implementadas por Argel desde 2021, consideradas incompatibles con los principios de liberalización comercial y no discriminación comercial.

El 17 de julio de 2025, la Dirección General de Comercio de la Comisión Europea notificó a las autoridades argelinas competentes la apertura de un procedimiento de arbitraje sobre lo que se presentan como restricciones al comercio y a la inversión, contrarias al Acuerdo de Asociación entre Argelia y la Unión Europea.

Más concretamente, Bruselas acusa a las autoridades argelinas de adoptar medidas que tienen como efecto restringir el acceso al mercado argelino a los exportadores europeos. Estas medidas incluyen:

  • Un sistema de licencias de importación discriminatorio, que crea una prohibición de facto de importar varias categorías de bienes (vehículos, bienes de capital, productos agrícolas procesados);
  • La imposición de condiciones sobre la localización de la producción y las tasas de integración consideradas importantes para los inversionistas extranjeros, en particular en el sector del automóvil;
  • La limitación de la participación extranjera en las empresas importadoras, obligando a los actores europeos a ceder el control de sus filiales o a abandonar determinadas actividades;
  • La persistencia de barreras no arancelarias opacas, incluidas demoras administrativas injustificadas, normas técnicas restrictivas o procedimientos aduaneros arbitrarios.

Según la UE, estas prácticas contravienen no sólo el espíritu de la asociación euromediterránea, sino también las disposiciones específicas del Acuerdo de Asociación, que garantiza el acceso recíproco a los mercados y la eliminación progresiva de las barreras al comercio.

La decisión de Bruselas llega tras varios años de creciente tensión entre ambas partes. Ya en 2018, las autoridades europeas habían expresado sus preocupaciones, especialmente durante las reuniones del Consejo de Asociación, sin obtener respuestas satisfactorias. Las restricciones de Argelia, inicialmente justificadas por la necesidad de estabilizar la balanza comercial, se han convertido en instrumentos permanentes de regulación económica, incumpliendo los compromisos contractuales adquiridos con la UE.

Esta disputa refleja un deterioro generalizado del diálogo económico euroargelino. Si bien la Unión Europea sigue siendo el principal socio comercial de Argelia (alrededor del 50,6 % del comercio en 2023), el valor total de las exportaciones europeas a Argelia está en constante descenso, pasando de 22 300 millones de euros en 2015 a 14 900 millones de euros en 2023. Esta contracción se explica en parte por la sustitución de proveedores europeos por socios asiáticos o sudamericanos, pero también por el cierre gradual del mercado argelino a las importaciones y, por consiguiente, a la reindustrialización del país.

Desde esta perspectiva, la apertura del procedimiento de arbitraje representa un punto de inflexión estratégico: señala la voluntad de la UE de respetar las reglas del juego definidas en los acuerdos euromediterráneos y de alertar a otros países que probablemente sigan el ejemplo argelino. El objetivo declarado sigue siendo la búsqueda de una solución negociada, pero la posibilidad de recurrir a un panel de arbitraje especial sugiere un enfrentamiento jurídico de una magnitud sin precedentes entre Bruselas y Argel.

Esta situación exige un reexamen en profundidad de los fundamentos de la asociación UE-Argelia, a la luz de la dinámica geopolítica contemporánea, las transformaciones económicas en el Sur global y el surgimiento de modelos de cooperación alternativos a las estructuras heredadas de la década de 2000.

El Acuerdo de Asociación UE-Argelia en cifras

  • Exportaciones europeas a Argelia : cayeron de 22.300 millones de euros (2015) a 14.900 millones de euros (2023), una caída del 33%, señal de crecientes tensiones.
  • Cuota de mercado de la UE en Argelia : estable en más del 50%, con dominio en los sectores de máquinas-herramientas, vehículos y farmacéutico.
  • Importaciones argelinas de productos industriales europeos : exentas de derechos de aduana en el 95% de los casos desde 2017.
  • Exportaciones argelinas no hidrocarburíferas a la UE : menos del 2% de las exportaciones totales, lo que ilustra la asimetría de los beneficios comerciales.
  • Inversiones directas europeas : concentradas en hidrocarburos, sin efecto notable en la diversificación industrial.

Respuesta argelina:

La reacción de Argelia ante la apertura del procedimiento de arbitraje iniciado por la Unión Europea se inscribe en una lógica de reafirmación de la soberanía económica y un creciente desafío al marco regulatorio eurocéntrico. Inmediatamente después del anuncio de Bruselas, el Ministerio de Comercio y Promoción de las Exportaciones emitió una enérgica declaración denunciando un enfoque unilateral y desconectado de la realidad económica argelina. Argelia afirma haber respetado los principios del acuerdo de asociación en la medida de sus intereses estratégicos y reivindica el derecho a regular su comercio exterior para proteger su equilibrio macroeconómico, su balanza comercial y su soberanía industrial.

La estrategia de Argel se basa en dos pilares: por una parte, un recurso jurídico basado en una lectura diferenciada de las disposiciones del acuerdo, en particular en materia de garantías y de flexibilidad regulatoria; por otra parte, una posición política más amplia, donde la denuncia de un desequilibrio estructural en las relaciones euromediterráneas se mezcla con un supuesto discurso soberanista.

Argelia señala que el acuerdo de asociación, firmado en 2002 en un contexto de unipolaridad global, se diseñó sobre la base de una asimetría estructural: una apertura casi total de su mercado a los productos industriales europeos sin una compensación significativa en términos de transferencia de tecnología, acceso a los mercados agrícolas europeos, apoyo al desarrollo industrial local y aún menor libertad de circulación de personas. Esta asimetría, según Argel, se ha agravado con los años, reforzando la dependencia comercial de Argelia sin contribuir a la diversificación de su economía.

En este marco, las autoridades argelinas iniciaron en 2020 un proceso de revisión del acuerdo, con el objetivo de reequilibrar los compromisos recíprocos. La decisión europea de recurrir al arbitraje se considera un intento de contrarrestar esta dinámica, movilizando los instrumentos jurídicos de un acuerdo que la propia Argelia desea revisar a fondo.

En términos más generales, esta respuesta argelina forma parte de un reposicionamiento geoeconómico global. Argelia está desarrollando activamente alianzas estratégicas con China, Rusia, los países BRICS, Turquía y los países del África subsahariana. Se ha unido al Nuevo Banco de Desarrollo (NDB) de los BRICS, ha intensificado sus vínculos con la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) y promueve una mayor integración con sus vecinos africanos en el marco del Área de Libre Comercio Continental Africana (AfCFTA).

En este contexto, el arbitraje iniciado por la UE no se considera solo un procedimiento técnico, sino un reflejo de las tensiones de un mundo en transformación, donde los países del Sur Global desafían cada vez más las normas establecidas por las antiguas potencias coloniales o sus extensiones institucionales. La soberanía económica, antes relegada a un segundo plano en favor de los dogmas neoliberales, está volviendo al centro de las estrategias nacionales, impulsada por un creciente rechazo a las órdenes unilaterales del Norte.

Este capítulo ilustra así el cambio actual en los equilibrios internacionales: frente a una UE que intenta defender un marco asimétrico de apertura forjado en la década de 2000, Argelia se opone a una visión alternativa, basada en la reciprocidad, el multilateralismo Sur-Sur y la reformulación de los marcos normativos del comercio internacional. No se trata de un aislamiento, sino de un reposicionamiento estratégico que, en principio, debería obligar a Bruselas a reconsiderar sus instrumentos de asociación y a reconocer el surgimiento de potencias regionales.

Antecedentes comparativos:

Para comprender mejor el alcance de los procedimientos iniciados contra Argelia, conviene situarlos en el contexto de los precedentes de solución de controversias comerciales iniciados por la Unión Europea con otros socios mediterráneos o terceros países signatarios de acuerdos de asociación.

La activación de mecanismos de resolución de controversias es poco frecuente en las relaciones euromediterráneas. Sin embargo, varios precedentes permiten evaluar el margen de maniobra y los riesgos asociados:

  • En 2009 , la UE amenazó a Marruecos con un arbitraje por los aranceles aduaneros impuestos a ciertos productos agrícolas. Se alcanzó un acuerdo político sin litigio.
  • En 2018 , Túnez fue notificado informalmente por subsidios percibidos como discriminatorios en la industria farmacéutica.
  • Fuera del Magreb, se han observado casos más exitosos en Ucrania y Georgia , a menudo decididos a favor de la UE, debido al desequilibrio de experiencia jurídica e institucional.

De hecho, estos precedentes sugieren que el procedimiento actual podría acentuar la percepción de dobles estándares, en el sentido de que la UE utiliza el arbitraje principalmente para proteger sus intereses comerciales sin cuestionar sus propias prácticas restrictivas.

Lo que distingue al caso argelino es el alcance sistémico de la disputa. Lejos de un simple desacuerdo técnico sobre un producto o una norma, se trata de un desafío deliberado al paradigma liberal de los acuerdos de asociación. Argelia no cuestiona este o aquel aspecto del acuerdo, sino su lógica fundacional, que ahora considera inadecuada para sus prioridades de desarrollo.

Posibles instrumentos de represalia:

En caso de un arbitraje desfavorable o una escalada de tensiones en las relaciones bilaterales, Argelia dispone de un abanico limitado, pero significativo, de instrumentos de represalia. El primero de ellos es la reconfiguración de los flujos comerciales y la limitación de las concesiones otorgadas en virtud del Acuerdo de Asociación. Es posible la suspensión de ciertas cláusulas técnicas o la no renovación de beneficios específicos.

Argelia también podría adoptar contrasanciones aduaneras específicas, restricciones de acceso al mercado para ciertas empresas europeas o condicionar sus contratos públicos a socios no europeos. Esta lógica formaría parte de una doctrina de soberanía económica asumida, vinculada a la diversificación de las alianzas estratégicas.

Sin embargo, cualquier medida de represalia debe calibrarse para evitar efectos secundarios: la UE sigue siendo el mayor consumidor de energía de Argelia y su principal socio en varios sectores industriales y bancarios. La influencia diplomática también podría influir: suspender los diálogos sectoriales, reforzar el discurso sobre la desigualdad de las alianzas Norte-Sur o recurrir a foros alternativos como la UA o el G77 para internacionalizar la disputa.

Posibles medidas de represalia por parte de la Unión Europea:

La UE, por su parte, también cuenta con un arsenal de medidas de represalia enmarcadas en el derecho europeo y las disposiciones de acuerdos bilaterales. Estas medidas pueden incluir:

  • Restricción del acceso al mercado europeo : suspensión parcial o total de las preferencias arancelarias concedidas a Argelia en el marco del acuerdo de asociación.
  • El bloqueo de las negociaciones de cooperación técnica o financiera , especialmente en ámbitos sensibles como la energía, la investigación o la ayuda al desarrollo.
  • Objetivos regulatorios o legales : auditorías reforzadas sobre los productos argelinos, normas sanitarias o aduaneras restrictivas o incluso congelación de las aprobaciones para las empresas que operan en Europa.
  • La instrumentalización política de la condicionalidad : utilización de palancas diplomáticas e institucionales para ejercer presión indirecta sobre Argel, vía resoluciones parlamentarias, condicionalidades en programas europeos o declaraciones oficiales estigmatizantes.

Estas medidas, sin embargo, siguen siendo arriesgadas para la propia UE, ya que podrían acelerar el reajuste estratégico de Argelia hacia bloques rivales y hacer más vulnerable el suministro europeo de gas y materias primas. Además, podrían proporcionar mayor influencia a quienes, dentro de la sociedad civil del Sur, denuncian la política comercial neocolonial. Finalmente, podrían debilitar las relaciones entre los Estados de la UE, ya que Italia, aliada de Argelia, podría entrar en conflicto con España o Francia.

Arbitraje y soberanía económica: ¿el arma jurídica de Bruselas?

La activación del procedimiento de arbitraje ilustra un cambio estratégico en la gestión de las asociaciones poscoloniales por parte de la Unión Europea: se centra menos en la cooperación política y más en la disciplina jurídica de las economías socias.
Este giro contencioso transforma los acuerdos de asociación en instrumentos vinculantes para preservar el orden económico liberal, en detrimento del margen de experimentación económica de los Estados del Sur.
Al invocar la resolución de controversias, la UE no solo busca reivindicar derechos comerciales, sino también regular las trayectorias nacionales de desarrollo de sus socios, bloqueando las políticas industriales que no se ajustan a los cánones del mercado globalizado.

Una asimetría estructural en el acuerdo de asociación:

El Acuerdo de Asociación firmado en 2002, que entró en vigor en 2005, establece una lógica de rápida liberalización del comercio, que beneficia principalmente a las exportaciones europeas. De hecho, la UE pudo beneficiarse de un acceso casi total al mercado argelino para productos industriales sin compensación equivalente en sectores sensibles para Argelia, como la agricultura, los servicios o la contratación pública.

La naturaleza desventajosa y asimétrica del acuerdo se expresa principalmente en cuatro aspectos: en primer lugar, el acceso preferencial al mercado argelino para los productos industriales europeos —exento de aranceles en el 95 % de los casos desde 2017— ha provocado una erosión acelerada del tejido productivo local, incapaz de competir sin apoyo público y sin una estrategia de sustitución de importaciones. Los sectores textil, electrónico, mecánico y ciertos sectores agroalimentarios han visto reducida su cuota de mercado, en favor de importaciones masivas de productos terminados, a menudo con bajo valor añadido tecnológico pero con una alta dependencia logística. Prueba de ello es el cese por parte de Argel de la importación de ciertos productos como la cerámica y la cosmética, que ha provocado un auténtico auge industrial en estos sectores en menos de cinco años.

En segundo lugar, la propia estructura de las exportaciones argelinas a la UE revela un claro desequilibrio: los hidrocarburos representan más del 97 % del valor exportado, mientras que los productos manufacturados o procesados no superan el 2 %, lo que ilustra la incapacidad del marco contractual para fomentar la diversificación de las exportaciones. Esta observación se ve agravada por la ausencia de un apoyo europeo creíble en términos de transferencia de tecnología, apoyo a las pymes o reforma de la formación técnica.

En tercer lugar, el acuerdo no incluye cláusulas efectivas para proteger a las industrias emergentes ni flexibilidad arancelaria en tiempos de crisis económica. A diferencia de otros socios que han garantizado mecanismos de salvaguardia o revisiones periódicas del componente comercial, Argelia ha visto sus reiteradas solicitudes de revisión sin respuesta, lo que alimenta una sensación de desequilibrio estructural e inacción por parte de la parte europea.

Finalmente, en el ámbito regulatorio, la alineación unilateral con ciertas normas europeas sin una compensación equivalente en términos de acceso a la contratación pública, reconocimiento de cualificaciones o acceso a financiación ha contribuido a congelar una relación asimétrica. La anhelada lógica de convergencia se ha transformado en dependencia comercial, sin efectos tangibles en la modernización industrial de la economía argelina.

En resumen, esta asimetría tiene sus raíces en la lógica eurocéntrica del acuerdo, en la que Argelia se percibe como una salida para los excedentes industriales de la UE, sin ninguna consideración estratégica de la industrialización local. Esto alimenta ahora un creciente deseo de una revisión profunda de la asociación, o incluso de su sustitución por una nueva doctrina geoeconómica centrada en la multipolaridad y la resiliencia productiva.

¿Revisión o ruptura?

Desde 2020, las autoridades argelinas han expresado su disposición a renegociar los términos del acuerdo, en un espíritu de reciprocidad. El presidente Abdelmadjid Tebboune ha calificado el tratado de «desventajoso» e «injusto», exigiendo una revisión exhaustiva. La congelación de ciertas cláusulas, la imposición de cuotas y la adopción de políticas proteccionistas buscan restablecer un margen de maniobra estratégico en el proceso de diversificación económica.

Los contenciosos entre Argel y algunas capitales europeas como París y Madrid han dado lugar a medidas de represalia por parte argelina contra empresas y productos de España y Francia, llegando en ocasiones al cese total de algunas importaciones.

De hecho, este endurecimiento forma parte de un reposicionamiento geoeconómico más amplio: la búsqueda de socios más flexibles, el fortalecimiento de la cooperación Sur-Sur y la consolidación de la soberanía económica como pilar de la nueva doctrina comercial argelina. En este contexto, la solicitud europea de consultas parece una afrenta, incluso un intento de reimponer una agenda liberal obsoleta, sin tener en cuenta las nuevas realidades multipolares.

La secuencia iniciada por el arbitraje iniciado por la UE marca un momento crucial para la diplomacia económica argelina. Desde 2020, se han multiplicado las señales a favor de impugnar el marco contractual heredado del acuerdo de 2005. El presidente Abdelmadjid Tebboune ha denunciado públicamente en repetidas ocasiones un acuerdo «desequilibrado», y las autoridades han iniciado una revisión unilateral de varios instrumentos de aplicación.

Este cambio se refleja en la congelación de las ventajas arancelarias otorgadas a los importadores europeos en ciertos sectores, el establecimiento de mecanismos de importación condicional (sistemas de licencias, topes monetarios) y la reorientación de las políticas industriales hacia el contenido local. Al mismo tiempo, Argel ha enviado varios mensajes a Bruselas solicitando la apertura formal de negociaciones para revisar el texto, que han quedado sin respuesta.

Más allá de la disputa técnica, la dinámica argelina refleja una reorientación estratégica más amplia: el rechazo del papel de simple proveedor de energía, el deseo de volver a ser un actor manufacturero y la búsqueda de una nueva posición en las cadenas de valor globales. Esta ambición se ve impulsada por la constatación de que el acuerdo de asociación no ha reducido la dependencia de los hidrocarburos ni ha estimulado el crecimiento industrial autónomo.

En este sentido, la estrategia argelina oscila entre dos caminos: una reforma radical del marco existente, imponiendo condiciones de reciprocidad y de apoyo efectivo al desarrollo (como lo haría un acuerdo de codesarrollo), o una ruptura progresiva acompañada de una reorientación hacia otros socios económicos, en particular los BRICS+, China o los países del Sur.

Este cambio también es ideológico: refleja el creciente rechazo al modelo de integración asimétrica promovido por la UE desde la década de 2000, en favor de un paradigma de soberanía económica, regionalismo Sur-Sur y experimentos alternativos. Forma parte de un momento global de cuestionamiento de los marcos neoliberales de la globalización y ofrece a Argelia la oportunidad de reposicionarse ya no como una periferia del mercado europeo, sino como un polo de estabilidad industrial en el Mediterráneo y África.

Alternativas geoeconómicas a la UE:

Frente a la presión europea, Argelia está explorando activamente asociaciones alternativas.

  • El BRICS+ , del que en su día aspiró a convertirse en miembro de pleno derecho, ofrece una plataforma para la cooperación financiera, industrial y energética basada en la soberanía nacional. Argelia también es miembro fundador del banco BRICS.
  • China , a través de la Iniciativa del Cinturón y la Ruta, ofrece un marco de inversión más flexible, con financiamiento de infraestructura y transferencias de tecnología sin condicionalidad política.
  • Rusia , por su parte, está fortaleciendo sus lazos militares y energéticos con Argel, en una lógica de convergencia estratégica.
  • La Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) abre perspectivas para la coordinación económica, de seguridad y aduanera con Asia Central y Sudoriental. Argel también lleva tiempo considerando a Indonesia y Malasia para atraer inversión extranjera productiva.
  • La UA-AfCFTA es muy significativa para Argelia, que lleva varios años buscando orientar su economía hacia África. Aunque con perspectivas limitadas, la idea de un regionalismo africano basado en la soberanía está ganando terreno en Argel.

Estas alternativas no están exentas de desafíos, pero permiten a Argelia redefinir su arquitectura de interdependencia y salir del diálogo con la Unión Europea, diversificando al mismo tiempo sus salidas y alianzas.

BRICS+, ¿una palanca de empoderamiento?

La pertenencia de Argelia al BRICS fortalecería su acceso a una canasta alternativa de monedas, mecanismos de crédito menos condicionales (Nuevo Banco de Desarrollo) y foros de coordinación estratégica. Este marco también permitiría a Argel afirmar sus prioridades económicas más allá de los estándares occidentales, en términos de política industrial, subsidios y soberanía energética.
Al alinearse con un eje económico multipolar, Argelia reduciría su vulnerabilidad a los instrumentos de presión comercial de la UE, al tiempo que exploraría acuerdos de libre comercio asimétricos, adaptados a sus necesidades estructurales.

Conclusión :

El arbitraje iniciado por la Unión Europea podría ser contraproducente para sus promotores. Lejos de tener un efecto disciplinario, podría precipitar una ruptura simbólica con un modelo de asociación considerado obsoleto por un segmento creciente de la élite política y económica argelina.

En un mundo post-Bretton Woods, donde las alternativas se multiplican y el Sur Global fortalece su capacidad de negociación, la estrategia europea parece desfasada de las expectativas de un vecindario sureño que busca justicia comercial, transferencia de conocimientos técnicos e igualdad soberana. El resultado de este proceso será, por lo tanto, revelador no solo del equilibrio de poder euromediterráneo, sino, en términos más generales, del grado de adaptación de la UE a la era posunipolar.

¿La era post-Bretton Woods? El declive de los instrumentos euroatlánticos en África

La influencia normativa de los acuerdos occidentales (FMI, Banco Mundial, UE) en la definición de los modelos económicos de los países del Sur Global se está desmoronando. Varios Estados africanos —desde Zimbabue hasta Etiopía, incluyendo Argelia— están experimentando con trayectorias fuera del marco de Washington. El uso de bancos de desarrollo alternativos (Banco Asiático de Inversiones, Banco Nacional de Desarrollo, Fondo Africano de Desarrollo) marca un punto de inflexión en la soberanía financiera del continente.

Además, la creciente aceptación de monedas no occidentales (yuan, rublo, rupia) en el comercio bilateral ofrece una salida parcial del sistema SWIFT y reduce la dependencia del dólar o el euro. Para Argelia, esta reorientación es tanto un imperativo estratégico como un acto simbólico de liberación de las condicionalidades económicas heredadas del colonialismo monetario.

Bibliografía indicativa:

  • Acuerdo de Asociación UE-Argelia (2005), Diario Oficial de la UE.
  • Declaración de la Comisión Europea, 20 de junio de 2025.
  • Comunicado de prensa del Ministerio de Comercio de Argelia, 24 de junio de 2025.
  • Badie, B. (2021). El fin de los territorios . Fayard.
  • Rodrik, D. (2011). La paradoja de la globalización . Norton.
  • AMSE. (2024). Estado de las políticas industriales en Argelia .
  • CEPS. (2023). Los instrumentos comerciales de Europa y los socios del Sur . Bruselas.

Origen: Algérie-UE : l’arbitrage d’un déséquilibre historique – Rosa Luxemburg Stiftung