Cualquier taller que acerque a la población adulta a las bibliotecas tiene un gran valor. Porque su presencia les pone en contacto con los libros. Visitan las instalaciones y probablemente animen a sus hijos a hacerse usuarios, a participar de las actividades de animación a la lectura que, día tras día, se ofertan. Seguramente, se llevarán algún libro para leer en su jaima y descubrirán que en su campamento hay un espacio que es de todos.
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