El artículo «Pourquoi le maintien de l’organisation de la CAN de football au Maroc est un acte immoral», firmado por Karim B., plantea una acusación frontal que va mucho más allá del deporte: celebrar la Copa Africana de Naciones en Marruecos no es un gesto neutral, sino un acto político y moralmente reprobable. El autor desmonta con crudeza la idea del fútbol como espacio ajeno a la realidad social y señala su uso deliberado como instrumento de distracción y blanqueamiento.
El texto arranca con una imagen poderosa y perturbadora: los gritos de los estadios ahogando los gritos de las víctimas. No es una metáfora exagerada. Los recientes derrumbes mortales en Fez y las inundaciones en Safi no son presentados como tragedias aisladas, sino como consecuencia directa de un sistema marcado por la corrupción, la negligencia institucional y el abandono de las clases populares. Karim B. apunta con claridad al corazón del problema: un Estado que invierte en imagen y propaganda mientras falla en lo esencial: proteger la vida de sus ciudadanos.
La decisión de mantener la CAN en este contexto aparece así como una huida hacia adelante, un cálculo político en el que el espectáculo deportivo sirve para desviar la atención del desastre social. El autor recuerda cómo el fútbol ya ha sido utilizado en Marruecos como herramienta de construcción de un relato nacional triunfalista, especialmente con el apoyo de las monarquías del Golfo, mientras la precariedad, el duelo y la rabia social quedan fuera de plano. El éxito deportivo se convierte en anestesia colectiva.
Uno de los aspectos más incisivos del artículo es su denuncia de la complicidad internacional. Nada de esto —advierte Karim B.— sería posible sin apoyos externos bien identificados: saber hacer francés, capital emiratí y una maquinaria comunicativa eficaz en redes sociales, en la que Israel juega un papel destacado. El resultado es una CAN “bling-bling”, diseñada para cámaras, patrocinadores y audiencias globales, no para la población que entierra a sus muertos.
La comparación con el Mundial de Qatar no es casual ni gratuita. Como entonces, las víctimas invisibles del “progreso” quedan fuera del encuadre, sin homenaje ni reconocimiento, sacrificadas en nombre del espectáculo y del negocio. Al aceptar este marco, la Confederación Africana de Fútbol no solo mira hacia otro lado: renuncia explícitamente a cualquier exigencia ética y legitima una jerarquía de valores donde la rentabilidad y la imagen pesan más que la vida humana.
El texto interpela directamente al lector y al propio fútbol africano, al que se le asigna un papel indigno: el de simple cortina de humo. Karim B. recuerda que el deporte puede y debe ser un espacio de dignidad y cohesión social, no un decorado detrás del cual se esconden la represión, la injusticia y el fracaso estructural de un sistema político.
Pero hay un elemento que refuerza todavía más la dimensión inmoral de esta elección y que el artículo deja implícito: Marruecos no es solo un país golpeado por la injusticia social, es también una potencia ocupante. Mientras se preparan estadios, ceremonias y campañas de imagen para la CAN, el Sáhara Occidental sigue bajo ocupación militar, con presos políticos, represión sistemática y una población privada de su derecho a la autodeterminación. El mismo Estado que es incapaz de garantizar viviendas seguras o una respuesta eficaz ante catástrofes naturales es el que despliega un aparato de control y propaganda para presentar normalidad allí donde hay ocupación y negación de derechos.
Celebrar la Copa Africana de Naciones en Marruecos implica, por tanto, normalizar no solo la precariedad, la corrupción y el desprecio por la vida dentro del propio país, sino también una ocupación colonial que la ONU sigue considerando pendiente de descolonización. El fútbol vuelve a ser utilizado como coartada: para tapar los escombros de Fez, el abandono de Safi y la represión en El Aaiún. Frente a ello, la pregunta ética es inevitable y no admite evasivas: ¿puede el deporte africano prestarse a legitimar un régimen que utiliza el espectáculo para ocultar tanto a sus víctimas sociales como a un pueblo ocupado?
ARTÍCULO BASADO en: Pourquoi le maintien de l’organisation de la CAN de football au Maroc est un acte immoral – algerie patriotique – Journal d’actualité Algérie Internationale
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