SAHARA OCCIDENTAL | Cinco años de guerra silenciada y cincuenta de ocupación marroquí: el Ejército Saharaui sostiene la causa que la diplomacia abandonó

SAHARA OCCIDENTAL | Cinco años de guerra silenciada y cincuenta de ocupación marroquí: el Ejército Saharaui sostiene la causa que la diplomacia abandonó

En el quinto aniversario de la reanudación de la lucha armada, el 13 de noviembre de 2020, el Ejército Popular de Liberación Saharaui (ELPS) vuelve a situar el conflicto en su verdad esencial: no es una disputa diplomática, ni un “contencioso regional”, ni un asunto que pueda resolverse con planes coloniales. Es una guerra de liberación nacional frente a una ocupación militar que dura ya medio siglo. Con esta conmemoración, la República Saharaui recuerda que su ejército está preparado, cohesionado y dispuesto a afrontar los desafíos que impone el Majzén y su sistema de agresión permanente.


13 de noviembre de 2020: cuando Marruecos rompió la paz

El aniversario no es un mero símbolo. Es el recordatorio de un hecho incontestable: Marruecos violó el alto el fuego de 1991 cuando atacó a civiles saharauis en el paso ilegal de Guerguerat. Aquel día terminó de caer la ficción de una “paz” que nunca garantizó el referéndum prometido por la ONU. El ELPS no inició una guerra: respondió al ataque de una potencia ocupante que llevaba años desmantelando los compromisos firmados.

Durante cinco años, Marruecos ha intentado maquillar este escenario con operaciones psicológicas, propaganda y silencio mediático, pero el conflicto armado es hoy una realidad persistente. La guerra continúa, aunque muchos gobiernos prefieran esconderla bajo la alfombra de sus intereses económicos.


Un quinquenio de guerra que algunos quieren borrar

En este periodo, la comunidad internacional ha tolerado un apagón informativo total. Marruecos ha impedido el acceso de la prensa, ha utilizado drones israelíes para ataques selectivos y ha intensificado la represión en las ciudades ocupadas. Mientras tanto, la diplomacia habla de “estabilidad” y finge procesos políticos inexistentes.

La inoperancia de la ONU y la imposibilidad de que Staffan de Mistura establezca un proceso serio han dejado claro que Rabat no tiene voluntad negociadora. Cada año que pasa demuestra lo mismo: Marruecos solo acepta conversaciones destinadas a legitimar su ocupación, no a cumplir el derecho internacional.


El ELPS hoy: profesionalización, cohesión y legitimidad histórica

El desfile y la muestra de preparación del Ejército Popular de Liberación Saharaui, supervisados por el presidente Brahim Ghali, han puesto de manifiesto un hecho esencial: el ELPS no es un ejército improvisado, sino la continuidad institucional de medio siglo de lucha. En todas sus ramas —artillería, unidades móviles, fuerzas especiales, defensa antiaérea— se percibe una capacidad creciente, adaptada al terreno y a las nuevas formas de guerra impuestas por Marruecos e Israel.

Pero el elemento más importante es su vínculo con el pueblo. El ELPS es hijo directo de la resistencia saharaui, no un aparato separado de la sociedad. Su fuerza no proviene de grandes presupuestos ni de alianzas dudosas, sino de la legitimidad histórica de un pueblo colonizado que lucha por recuperar su país.


Ejército y pueblo: un mismo frente contra la “autonomía” colonial

La autosuficiencia, la organización territorial y la unidad con la población saharaui son elementos decisivos. En los últimos meses, el levantamiento popular contra el intento de imponer la llamada “autonomía marroquí” ha demostrado que ni la represión, ni el chantaje económico, ni la propaganda han conseguido quebrar la voluntad colectiva del pueblo saharaui.

La resistencia en los campamentos, en las zonas ocupadas y en la diáspora se suma al trabajo militar en el terreno liberado. La conclusión es evidente: no hay solución posible que no pase por la soberanía plena de la República Saharaui.


Una guerra enmarcada en el derecho internacional

Conviene recordar lo que los gobiernos europeos tratan de ocultar:

  • El Sáhara Occidental sigue siendo un territorio no autónomo, pendiente de descolonización según la ONU.
  • Marruecos no posee ningún título de soberanía ni es potencia administradora.
  • El Frente Polisario es el representante legítimo del pueblo saharaui, reconocido por la ONU.
  • El derecho a la resistencia contra la ocupación está reconocido por las resoluciones 2625 y 3314 de Naciones Unidas.

Con este marco, la lucha del ELPS no es una anomalía: es la respuesta jurídica y política a cincuenta años de ocupación ilegítima.


Cinco años después: desafíos y equilibrios

El ELPS opera en un entorno complejo, marcado por:

  • La expansión de drones y tecnología militar israelí en manos marroquíes.
  • El riesgo de que Francia maniobre para debilitar o incluso sustituir la MINURSO, eliminando el único testigo internacional del conflicto.
  • El uso instrumental del terrorismo por parte del Majzén para presentarse como “actor estabilizador”, mientras reprime y ocupa un territorio que no le pertenece.
  • La debilidad de la Unión Europea, atrapada entre intereses económicos y los sucesivos varapalos jurídicos del Tribunal de Justicia de la UE.

En este contexto, el ELPS sigue siendo un factor fundamental para impedir la normalización de la ocupación.


La fuerza como elemento decisivo

El Ministerio de Defensa saharaui lo ha formulado con claridad: en cualquier negociación futura, el equilibrio militar será determinante. Marruecos solo acepta hablar cuando siente presión real, y el ELPS es hoy el principal freno a sus intentos de imponer un “arreglo” unilateral.

La profesionalización, disciplina y preparación constante del ELPS son, por tanto, no solo una necesidad militar, sino una herramienta política imprescindible para obligar a Marruecos a respetar el derecho internacional.


Conclusión: un aniversario que interpela a todos

Cinco años después de la ruptura del alto el fuego, el mundo sigue mirando hacia otro lado. España continúa sin asumir su responsabilidad histórica; Francia mantiene su veto sistemático para proteger la ocupación; la Unión Europea actúa en contradicción con su propio Tribunal; y la ONU se limita a administrar el fracaso.

Sin embargo, el aniversario envía un mensaje claro: el pueblo saharaui no ha renunciado, y su ejército tampoco. La lucha continúa porque la injusticia persiste. Y mientras haya un solo combatiente en los territorios liberados, y una sola voz que resista en las calles de El Aaiún o Dajla ocupada, la autodeterminación seguirá siendo un horizonte innegociable.

Cinco años después, la guerra que algunos quieren enterrar es, ante todo, la reafirmación de un derecho: vivir en libertad en la tierra propia.

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