Cincuenta años en el exilio: Derechos humanos y la crisis olvidada del Sáhara Occidental – Harvard Law School | Human Rights Program

Cincuenta años en el exilio: Derechos humanos y la crisis olvidada del Sáhara Occidental – Harvard Law School | Human Rights Program

Una niña de espaldas, con el pelo trenzado, vestida con una camiseta de manga larga a rayas rosas y blancas y unos vaqueros azules, observa un extenso asentamiento iluminado por el sol compuesto por edificios bajos de techos planos que se extienden hasta el horizonte. Es el campamento de refugiados de Smara. Smara fue uno de los primeros campamentos creados tras la invasión marroquí y el éxodo al desierto argelino. Actualmente alberga a más de 40.000 personas. (Foto: Matthew Aslett).

Embarka se sienta en su jaima, levantada sobre la arena en la inmensidad del suroeste argelino, entre un sinfín de refugios similares dispersos entre las dunas. Mientras prepara té saharaui al fuego relata su huida de la tierra natal. Su voz se quiebra: “Es imposible hablar de esto porque es un pasado trágico para nosotros… durante días vagamos por el desierto. No encontramos a nadie que nos diera comida o agua, y esta ocupación siguió persiguiendo al pueblo saharaui: nos bombardearon, nos dispararon con armas y nos acosaron por todas partes” (entrevista de 2010).

Aza, que también vivió el éxodo masivo, recuerda cómo los soldados buscaban casa por casa a los saharauis que tenían en sus listas: “Cuando entraban y no encontraban a alguien, rompían cristales y robaban joyas y objetos de valor. Una vez, traían cuchillos y los chocaban entre sí, cogían ropa de la jaima y la destrozaban para asustar a las mujeres” (entrevista de 2010). Embarka y Aza son parte de los 173.600 refugiados saharauis que dependen de ayuda humanitaria en los campamentos de Tinduf, Argelia, donde sobreviven desde que Marruecos y Mauritania invadieron el Sáhara Occidental en 1975, desplazando a más de la mitad de la población.

Vida bajo ocupación

En febrero, el Programa de Derechos Humanos de Harvard, el Programa sobre Derecho y Sociedad en el Mundo Musulmán, los Defensores de los Derechos Humanos de Harvard y la Asociación Africana de Derecho de Harvard organizaron un acto en la Facultad de Derecho para recordar casi 50 años de lucha saharaui por la autodeterminación. Los ponentes destacaron el peso de los Acuerdos de Madrid de 1975, cuando España cedió la colonia a Marruecos y Mauritania. Todo ello a pesar de que ese mismo año la Corte Internacional de Justicia (CIJ) dictaminó en su Opinión Consultiva que no existía ningún “vínculo de soberanía territorial” entre Marruecos y el Sáhara Occidental.

Para las generaciones de saharauis que permanecieron en el territorio ocupado, la represión es el pan de cada día. En 2013, Abubakk, un adolescente de 14 años, contó cómo la policía marroquí le persiguió tras una protesta: “Salí corriendo con mis amigos cuando empezaron a seguirme en una moto. Solo recuerdo que desperté en el suelo… Me subieron a un coche, me vendaron los ojos y me golpearon. Me amenazaron con violarme, me obligaron a pisar la bandera del Polisario y me fotografiaron. No quería hacerlo, pero al volver a golpearme no pude soportarlo” (entrevista de 2013).

Hassani, activista saharaui, resume: “La juventud crece viendo sus sueños limitados por la represión… expresar apoyo a la autodeterminación puede costarte la cárcel o la vida. Reunirse está prohibido, ondear la bandera saharaui es considerado delito. Vivimos vigilados constantemente. Conozco decenas de detenidos arbitrarios o desaparecidos. Algunos llevan años sin aparecer. Mis propios vecinos perdieron a un hijo secuestrado en 1995” (entrevista de 2025).

Amnistía Internacional documentó en 2024 cómo la policía marroquí dispersó con violencia una manifestación pacífica de mujeres saharauis en El Aaiún, impidió ruedas de prensa de defensores de derechos humanos e incluso demolió con bulldozers las casas de doce familias en Al-Jitir.

“Nombrar y avergonzar”: la necesidad de supervisión

Aza, con más de 40 años en los campamentos, cuenta entre lágrimas: “Otra cosa que me rompe el corazón es que el mundo ve lo que ocurre en el Sáhara Occidental y no hace nada”. Organismos como Amnistía y Human Rights Watch reclaman desde hace años que la MINURSO incluya la supervisión de los derechos humanos, ya que es la única misión moderna de la ONU sin ese mandato. António Guterres ha denunciado que Marruecos lleva desde 2015 negando el acceso al territorio a la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos.

El muro marroquí divide a familias y tierras a lo largo de 2.700 km plagados de minas. Hassani explica: “Llevamos décadas separados, muchas veces solo podemos comunicarnos en secreto o por internet”. Yougiha, refugiada en Tinduf, añade: “La separación es devastadora: nos quedan recuerdos, cartas y llamadas” (entrevista de 2025).

La ONU alertó en junio de 2025 de una crisis de salud pública en los campamentos: un 13,6% de malnutrición aguda, 65% de niños y 69% de mujeres en edad fértil con anemia y un tercio de menores con retraso en el crecimiento. Solo el 34% de la financiación prometida por EE.UU. ha llegado.

Marruecos viola así sus compromisos con la Convención contra la Tortura, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y las Convenciones de Ginebra de 1949. Por ello, el artículo pide que el Consejo de Seguridad extienda el mandato de la MINURSO a los derechos humanos y que Rabat permita el acceso de la ONU al territorio.

El camino de la resiliencia y la esperanza

A pesar de las adversidades, los saharauis mantienen vivas sus tradiciones, como la ceremonia del té. Fatimatu explica: “El té fue siempre un momento para transmitir historia, religión y cultura. Durante el colonialismo español se hablaba con libertad en torno al té”.

Alien Abdarahman, refugiado saharaui, afirma: “La esperanza es que, in shāʾ Allāh, algún día llegue la justicia, las familias se reúnan y los niños crezcan libres en su tierra. La risa de los niños es lo que nos da fuerza”. Hassani, desde el Sáhara ocupado, coincide: “Mientras sigamos contando nuestra verdad, la esperanza seguirá viva”.

Autora: Nina Nedrebo, candidata a máster en Políticas Educativas en Harvard, trabajó con agencias de la ONU en los campamentos de refugiados saharauis y se dedica a estudiar cómo responder a las necesidades de la juventud afectada por traumas.

(Traducción no oficial de LA PLATAFORMA «No Te Olvides – Sahara»)

Origen: Fifty Years in Exile: Human Rights and the Forgotten Crisis in Western Sahara – Harvard Law School | Human Rights Program