El Consejo de Ministros aprobó el pasado mes de junio la autorización para el programa Vacaciones en Paz. Un proyecto que trae desde hace décadas a miles de niños y niñas saharauis a España durante los meses de verano. Solo se interrumpió durante 2020 y 2021 por la pandemia de covid-19, así como en 1998 por la expectativa de hacer un referéndum de autodeterminación del Sáhara Occidental que nunca llegó.

Este año, según señalan desde la organización del proyecto, se espera la llegada de 2.800 niños y niñas saharauis a todos los puntos del Estado español. Esto supone una cifra ligeramente superior a la del pasado año, cuando llegaron alrededor de 2.200. Los objetivos de Vacaciones en Paz son que los menores saharauis puedan pasar un par de meses con familias de acogida españolas, para por un lado escapar del intenso y sofocante calor de esta época en los campamentos de población refugiada de Tinduf (Argelia).

Por otro lado, la estancia sirve también para que puedan someterse a revisiones médicas de difícil acceso en su habitual lugar de residencia. También, según destacan las organizaciones solidarias, debe servir para visualizar la causa saharaui en toda la sociedad. Más en un momento complicado tras la decisión del Gobierno de Pedro Sánchez de avalar los planes de autonomía de Marruecos sobre el territorio.


Una iniciativa del PCE

Poca gente lo sabe, pero el origen de este proyecto por el que han pasado unos 100 000 niños y niñas saharauis, es el Partido Comunista de España. Fue un 2 de septiembre de 1979, en el Aeropuerto de Barajas cuando llegaron los primeros 100 menores saharauis, acompañados por varios monitores jóvenes, se bajaron del avión y los esperaba, entre otros, el expreso político Marcos Ana, por aquel entonces secretario de relaciones internacionales del Partido, legalizado dos años antes.

Este dirigente comunista, al salir de la cárcel franquista se exilió en Francia, donde empezó a llevar a niños de represaliados políticos españoles de veraneo. Cuando pudo volver a España y tras viajar a los campamentos del Tindouf, se comprometió a empezar a traer niños saharauis, para enseñar y concienciar a los hijos de aquellos represaliados del franquismo.

La crónica de Mundo Obrero recogió las palabras del poeta: «Esta iniciativa no es meramente humanitaria, sino que nosotros la valoramos en su aspecto político. No se trata solo de que estos cien niños conozcan nuestros paisajes y descansen con nuestros hijos. Se trata de que sean un testimonio vivo, emocional, de la lucha que un pueblo mantiene por su libertad. Son algo más que unos invitados. Son un símbolo político».

“Multitudinario recibimiento a los niños saharauis”, tituló el periódico. “Tras cuatro meses de preparativos, la idea de invitar a un grupo de niños saharauis a pasar unas vacaciones en España, planteada en la reunión del Comité Central en Córdoba, se ha hecho realidad (…) Banderas comunistas, saharauis y españolas, claveles y gritos de Polisario vencerá recibieron a los pequeños huéspedes, que sorprendidos y emocionados contestaron con gritos en su idioma natal”, añadía en los destacados.

Cabe destacar que los niños y niñas eran hijos de combatientes del Frente Polisario. Ahmed Bujari, delegado en España por aquel entonces, destacó que “sobre las espaldas de esos niños se levantará el futuro del pueblo saharaui y son un símbolo que representa los deseos de entendimiento y de buena voluntad entre nuestros pueblos”.

Los huéspedes, según relató el periódico del PCE, fueron 29 niñas y 70 niños, con edades comprendidas entre los 6 y los 14 años pasaron unos días por Madrid, los saharauis fueron repartidos en varias comunidades como Valencia, Cataluña o Andalucía. “Mientras sus padres combaten en el frente, ellos estudian hasta la edad en la que habrían de incorporarse a la escuela militar, a partir de los 15 años”, señala la crónica. “Nos gusta la vida revolucionaria”, indicaron los entrevistados a la cabecera de prensa comunista..

El proyecto se recibió con entusiasmo en el seno del movimiento comunista. Dolores Ibárruri, ‘La Pasionaria’, escribió de su puño y letra para un pasquín informativo que publicaría el PSUC en Cataluña: «Me parece maravillosa la iniciativa de invitar a niños saharauis a pasar las vacaciones en España. Me imagino la alegría de estos niños del desierto al conocer las playas y sierras de nuestro país, rodeados de la admiración y el afecto de nuestros hijos. En estos niños, que son el futuro del Sáhara, rendimos el mejor homenaje a sus padres, que luchan por su derecho a tener una patria libre e independiente. Abrid vuestros brazos a esta bella idea. Estoy convencida de que entre todos contribuiremos generosamente en convertir este sueño en una bonita realidad».

Con el tiempo el proyecto evolucionó y desembocaría en lo que terminó por conocerse como ‘Vacaciones en Paz’. Una imagen que se repite cada año con una línea es similar a ese “símbolo político” del que habló Marcos Ana en 1979.

Con información de cuartopoder.es y kamchatka.es