Análisis basado en las proyecciones del diplomático y analista Ahmed Hafsi (@ahafsidz)
Plataforma “No te olvides del Sáhara Occidental”, 27 de octubre de 2025
A pocos días del voto decisivo del Consejo de Seguridad de la ONU sobre el mandato de la MINURSO y la redacción final de la resolución propuesta por Estados Unidos, el panorama diplomático aparece más dividido que nunca. El analista argelino Ahmed Hafsi, en un hilo detallado publicado en X (antes Twitter), desglosa las posibles posiciones de los quince miembros del Consejo y concluye que Washington tendría, por ahora, solo cinco o seis votos asegurados, lejos del mínimo de nueve necesarios para aprobar su texto actual.
Este escenario refuerza lo que señalábamos ayer: la ONU se enfrenta a un dilema entre la legalidad internacional y la presión política de las potencias.
Un Consejo dividido entre la legalidad y la presión
Según el análisis de Ahmed Hafsi, la delegación estadounidense intenta que el Consejo de Seguridad apruebe una resolución que prolongue el mandato de la MINURSO e introduzca formulaciones ambiguas que podrían legitimar, de forma indirecta, la llamada “iniciativa de autonomía” marroquí. Sin embargo, las primeras consultas indican que el texto no genera consenso ni entre los miembros permanentes ni entre los no permanentes. La falta de apoyo suficiente obliga a la administración estadounidense a considerar dos caminos: modificar la redacción para hacerla aceptable a todos, o intensificar la presión diplomática sobre los países más reticentes.
De los cinco miembros permanentes, Estados Unidos y Francia respaldarían el proyecto; Reino Unido, China y Rusia se inclinarían por la abstención, aunque Moscú podría ejercer su veto si el texto vulnera abiertamente el derecho internacional o legitima la ocupación.
Entre los miembros no permanentes, la división es evidente: Argelia votaría en contra; Dinamarca, Pakistán, Corea del Sur y Eslovenia se abstendrían previsiblemente; Sierra Leona y Panamá apoyarían la propuesta estadounidense.
Guyana, pese a sus vínculos con Marruecos y con un país del Golfo que respalda sus tesis, podría abstenerse debido a su propio conflicto territorial con Venezuela sobre el Esequibo, un caso con similitudes jurídicas con el del Sáhara Occidental.
Grecia y Somalia mantienen posiciones indecisas, aunque el peso de la presión estadounidense y de ciertos aliados del Golfo podría influir en su voto final.
El resultado de estas proyecciones deja a Washington con entre cinco y seis votos seguros, lejos de los nueve que exige el reglamento para la aprobación de una resolución.
En ese contexto, no se descarta que Estados Unidos modifique el texto en los próximos días para suavizarlo o posponga la votación hasta después del 30 de octubre, buscando evitar un fracaso diplomático.
Un voto con implicaciones más allá del mandato de la MINURSO
El voto del 30 de octubre no se limita a renovar un mandato técnico. Representa una batalla simbólica por el sentido del proceso de descolonización del Sáhara Occidental. Durante los últimos años, Washington y París han intentado transformar la narrativa del conflicto, pasando de una cuestión de descolonización a una supuesta “disputa territorial” resoluble mediante concesiones políticas. En cambio, Argelia, Rusia, China y otros Estados insisten en que el principio de autodeterminación es intocable y que ninguna resolución puede contradecir la Carta de las Naciones Unidas ni las opiniones de la Corte Internacional de Justicia.
Como recordó recientemente el presidente saharaui Brahim Ghali, la complicidad pasiva de Naciones Unidas ha derivado en una peligrosa complacencia con la ocupación, y cada intento de legitimar la “autonomía” marroquí equivale a premiar la agresión y castigar al pueblo colonizado. El debate en curso no es, por tanto, una mera cuestión de votos, sino una prueba de coherencia para el sistema multilateral: ¿respetará el Consejo de Seguridad su propio marco jurídico, o permitirá que la presión política desnaturalice el mandato de la ONU en el Sáhara Occidental?
Escenarios posibles
- Aprobación del texto modificado: si Washington introduce ajustes mínimos —por ejemplo, evitando toda referencia explícita al “plan de autonomía marroquí” y reforzando el lenguaje sobre la autodeterminación—, podría lograr los nueve votos necesarios.
- Fracaso o veto: si el texto mantiene su sesgo actual y no alcanza el consenso, Rusia podría vetarlo o el Consejo podría no votar hasta una nueva ronda de negociaciones.
- Renovación técnica temporal: algunos diplomáticos sugieren una prórroga corta del mandato de la MINURSO, sin introducir cambios sustanciales, para ganar tiempo y evitar un enfrentamiento directo entre potencias.
En cualquiera de los tres escenarios, lo evidente es que la cuestión del Sáhara Occidental ha vuelto al centro del debate mundial, y que la maniobra de Marruecos y sus aliados para transformar una causa de descolonización en una “autonomía regional” enfrenta una resistencia creciente en el seno del Consejo.
Conclusión
A medida que se acerca el 30 de octubre, la diplomacia estadounidense se encuentra ante una tarea difícil: convencer a un Consejo de Seguridad profundamente dividido de aprobar un texto que muchos consideran contrario al derecho internacional. Si el proyecto actual fracasa, será una señal de que la legitimidad de la causa saharaui sigue firme y de que los intentos de imponer una solución unilateral encuentran cada vez menos eco.
Como advierte el propio Ahmed Hafsi, “la misión será difícil para Estados Unidos si intenta hacer pasar una resolución sobre el Sáhara Occidental que constituya una violación flagrante del derecho internacional y de las resoluciones del Consejo de Seguridad”.
El mundo observará el 30 de octubre si el Consejo reafirma el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación, o si cede una vez más ante la política de los hechos consumados.
Análisis basado en las proyecciones del diplomático y analista Ahmed Hafsi (@ahafsidz)
Plataforma “No te olvides del Sáhara Occidental”, 27 de octubre de 2025
