«Cuarenta y siete años. Y, sin embargo, seguimos», por Haddamin Moulud Said | OPINIÓN

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«Cuarenta y siete años. Y, sin embargo, seguimos», por Haddamin Moulud Said | OPINIÓN
Cuarenta y siete años después, nuestra causa es tan vigorosa que ha sumido a uno de los confabulados en la más absoluta contradicción, obligándole a afirmar una cosa, en los lindes orientales de los Cárpatos y, la contraria, en el África noroccidental.
 
Por Haddamin Moulud Said – OPINIÓN 
 
Madrid (ECS).- La conjunción adversativa de la oración intenta reflejar la magnitud de la oposición entre dos enunciados, a priori, excluyentes.
 
En efecto, hace 47 años, tres países se confabularon para llevar a cabo uno de los actos más abyectos y execrables: hacer desaparecer a un pequeño pueblo. Empero, seguimos.
 
Tres gobiernos, cuyo denominador común era el desprecio a los derechos inalienables de un pueblo, aunaron su fuerza militar, política y económica, para hacernos desaparecer. Y, sin embargo, les hicimos la peineta.
 
Nos han metido otro gol

¿ Cómo han llegado las unidades saharauis hasta el sur de Marruecos?

 

47 años después, la causa saharaui es tan vigorosa que ha sumido a uno de los confabulados en la más absoluta contradicción, obligándole a afirmar una cosa, en los lindes orientales de los Cárpatos y, la contraria, en el África noroccidental

 
Cuarenta y siete años después de aquél contubernio, aquí seguimos
 
Nuestra capacidad de resiliencia, a prueba de sobrevivir a dos invasiones simultáneas y de habituarse a las adversidades de un clima escasamente benigno, ha terminado formando parte de nuestra genética para perpetuarse en el fenotipo de las generaciones venideras.
 
Cuarenta y siete años después, nuestra causa es tan vigorosa que ha sumido a uno de los confabulados en la más absoluta contradicción, obligándole a afirmar una cosa, en los lindes orientales de los Cárpatos y, la contraria, en el África noroccidental.
 
Lejos de languidecer, cuarenta y siete años después, ese bagaje de resistencia y resiliencia nos ha envalentonado hasta el punto de permitirnos fustigar a la poderosa Europa en sus propios tribunales.
 
Nuestra presión, en el corazón de Europa, ha sido tal que las turbias aguas de las cloacas han emergido a la superficie, dejando a unos cuantos compinches de la infame conspiración chapoteando en los fangos de la mediocridad y la miseria moral y política.
 

Origen: Cuarenta y siete años. Y, sin embargo, seguimos