Del desierto a La Granja: infancias contra la parálisis política – El Faradio | Periodismo que cuenta

Del desierto a La Granja: infancias contra la parálisis política – El Faradio | Periodismo que cuenta
Antes de subir la cuesta que conduce a La Granja, ya se percibe el ambiente: sillas de ruedas, voces y risas infantiles que llenan el espacio. En estas instalaciones de la Consejería de Educación en Heras (Medio Cudeyo), hay una pista de fútbol, zonas al aire libre y, a medida que se camina por el recinto, aparecen las manualidades y creaciones de los propios niños.

Sus familias se exiliaron en el desierto después de que Marruecos ocupara, hace ya medio siglo, el Sáhara, que fue provincia española. Desde entonces, el pueblo saharaui vive entre el exilio en los campamentos o los abusos en los territorios ocupados, sin que el Gobierno español haya intervenido para defender a lo que fue su colonia, que todavía espera su independencia.

La falta de control sobre su propio destino se refleja en todos los ámbitos de la vida cotidiana: desde los nombres de los campamentos, que remiten a las ciudades perdidas, hasta las precarias infraestructuras sanitarias, cuya carencia afecta con mayor dureza a la población infantil y, dentro de ella, a los menores con discapacidad. Son ellos los que estos días están en La Granja de Heras.

Vacaciones en Paz a medida

Vacaciones en Paz es una iniciativa solidaria que, en Cantabria, se coordina a través de Cantabria por el Sáhara -miembro de la Coordinadora Cántabra de ONGs–, Alouda Cantabria y la Delegación Saharaui. Su objetivo es ofrecer a estos niños y niñas un verano alejado de las duras condiciones del desierto del Sáhara, al tiempo que visibiliza la situación de ocupación y exilio forzado que sufre el pueblo saharaui desde hace casi medio siglo.

A este programa, con un fuerte arraigo en Cantabria, se ha sumado en los últimos años una iniciativa especial centrada en la atención a la infancia con discapacidad. Para asegurarles una atención adecuada, Cantabria por el Sáhara ha firmado un convenio de colaboración con Moviendo Arena, una organización especializada en la intervención con personas con discapacidad. Mientras la asociación cántabra gestiona toda la parte logística y burocrática, Moviendo Arena —de ámbito estatal— se encarga de la coordinación diaria: desde la organización de los voluntarios hasta las terapias y el acompañamiento directo a los niños.

En los pasillos donde se ubican las habitaciones, cada puerta luce las fotografías de los niños que duermen allí, agrupados según afinidad. “En esta duermen los tres mosqueteros”, bromea Cova, una de las voluntarias. Algunos de los voluntarios pernoctan allí, haciendo guardias para atender a los menores, mientras otros se incorporan durante el día.

La mayoría de los niños acogidos en Heras presentan distintos grados de parálisis cerebral: algunos con afectación cognitiva y otros sin ella. En los campamentos de refugiados saharauis, las complicaciones en los partos son frecuentes debido a la falta de recursos médicos y de condiciones adecuadas, lo que provoca en muchos casos daños neurológicos irreversibles. Los niños tienen entre 6 y 14 años, y cuatro de ellos repiten estancia este verano, después de haber llegado por primera vez a Cantabria cuando apenas tenían seis.

Algunos niños comenzaron el programa en Italia. La iniciativa de incluir a menores saharauis con discapacidad dentro de Vacaciones en Paz nació gracias al trabajo de la italiana Rossana Verini, que desde la Casa Paraíso (Bol-la), en Dajla, empezó a acoger a pequeños con necesidades especiales y a trasladarlos cada verano a Italia para recibir tratamientos médicos. Con el tiempo, en ese camino se cruzó el cirujano cántabro Fernando de la Torre, que desde 1995 lidera comisiones sanitarias en los campamentos de Tinduf. La conexión entre ambos permitió sumar recursos, materiales y apoyos institucionales desde Cantabria, donde el Gobierno autonómico y varios ayuntamientos respaldaron la apertura de un centro de atención a la discapacidad en los campamentos tras la pandemia. En 2022 se dio un paso más: por primera vez un grupo reducido de niños viajó a Cantabria, alojándose en el albergue de Talledo (Castro Urdiales). Un año después lo hicieron en Boo de Piélagos y, desde 2024, en el Centro Integrado de Formación Profesional La Granja, en Heras.

El día a día está cuidadosamente organizado por los voluntarios, que se reparten turnos para atender a los menores desde primera hora de la mañana. Aunque es verano y se procura dejarles descansar, muchos son madrugadores. Entre las nueve y las diez menos cuarto empiezan a levantarse. Cada niño elige la ropa con la que se le viste, desayuna y se lava los dientes —o cambia de conjunto si cambia de opinión— . Después, arranca la jornada con talleres y actividades: fisioterapia, juegos educativos, manualidades, hipoterapia con caballos, teatro de títeres, cuidado de las gallinas de la granja, excursiones a la playa…“Hacemos todo lo posible para que no haya tiempos muertos y siempre estén estimulados. Se trata de que la experiencia les sirva para mejorar físicamente, pero también para que se diviertan y puedan empaparse de todo”, resume una de las responsables.

El espacio también cuenta con un aula, donde se realizan actividades de estimulación cognitiva. Allí, una voluntaria guía a una de las niñas: “Vas a dibujar flores con los dedos, sólo con la ‘puntita’. Silvia te va a ayudar”, le dice mientras le ofrece los colores.

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