Siento una envidia sana, porque muestra que sí es posible romper el cerco mediático y político cuando los pueblos se movilizan. Esa envidia nos anima a mantener firme nuestra solidaridad inalienable con el pueblo palestino, con quien compartimos destino: la ocupación, la negación de nuestros derechos y la resistencia incansable por la libertad.
Pero no podemos dejar de señalar la indiferencia cómplice del Gobierno español, que niega su responsabilidad histórica, practica un negacionismo vergonzoso hacia la realidad del Sáhara Occidental y se pliega una y otra vez a la voluntad del ocupante invasor marroquí. España, que ES potencia administradora, no solo ha abandonado al pueblo saharaui, sino que hoy legitima con su silencio, y con su connivencia política y económica, el robo de nuestros recursos y la represión contra nuestra gente en las zonas ocupadas.
Por ello, mi llamado es claro: pido a las ONG internacionales, especialmente a las españolas, y de manera muy particular a las canarias, que intensifiquen campañas de apoyo contundente, práctico y visible a la causa saharaui. Que denuncien con más fuerza las violaciones de derechos humanos en el Sáhara ocupado y el expolio de nuestros bienes. Que hagan lo que los gobiernos no hacen: acompañar con hechos, no con palabras, la justa lucha de un pueblo por su libertad.
La flotilla hacia Gaza nos demuestra que la sociedad civil internacional puede abrir caminos de justicia allí donde los Estados se pliegan a la ocupación y al poder. Desde el Sáhara, reafirmamos nuestra solidaridad con Palestina y proclamamos que también nuestra causa exige flotillas, campañas y acciones que rompan el muro de silencio y complicidad que lo rodea.
¡VIVA LA SOLIDARIDAD!
B.Lehdad.