Por Álvaro García, maestro del CEIP Juan Carlos I (El Viso del Alcor). Fotografías de Paula Álvarez, Salec Hosein y el resto del equipo de periodistas escolares del CEIP Ágora (Palomares del Río).
Suena la llamada al rezo de las 6. Inmediatamente después, nuestro despertador. Apenas tenemos tiempo de doblar las mantas que nos sirven de colchón y acicalarnos un poco cuando vienen a recogernos. El sonido del motor del minibús, se escucha en la puerta de la casa donde duermen Paula, Macarena, Elena, Roberto y Adriano.
Carmen no se encuentra bien. Yo, tampoco. Algo debimos de comer anoche que nos ha revuelto la tripa. Acostumbrados a la extrema esterilización europea, cualquier cosa aquí ha podido causarnos este episodio de diarrea. Nuestros cuerpos no llegan a los límites que los de los saharauis, hechos a la dureza del clima, la arena y las condiciones higiénicas.
Partimos rápido para Rabouni. Estamos cansados, pero en el ánimo se adivina la ilusión de un nuevo día y la expectación por saber qué nos encontraremos hoy. La luna y las estrellas nos acompañan por la carretera de asfalto que nos despide de Auserd hasta nuestra primera parada en el centro de protocolo de Rabouni, donde se alojan los cooperantes que se quedan en los campamentos en estancias más prolongadas.
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LEER EL ARTÍCULO ENTERO (¡no te arrepentirás!) en el original: Diario de viaje a los Campamentos saharauis. Día 4. – Escuela Sahara