Acaba noviembre. En este undécimo mes del año, hay dos efemérides marcadas a fuego –literalmente y nunca mejor dicho– en la historia reciente del Sahara Occidental. Son dos viernes que, en la medida de cada uno, constituyen un punto y aparte en la historia de esta franja de desierto quemada por el sol y la aridez –en su levante– y bañada por las olas del Atlántico –en su poniente–.
Estamos hablando del viernes 14 de noviembre de 1975, y del viernes 13 de noviembre de 2020. El primero, es un viernes negro, un aciago día en el que el graznido de los cuervos y el aleteo de los buitres, allá en el horizonte, presagia la destrucción y la muerte. Un día que el pueblo saharaui y ¡todos los españoles! –excepto los que forman parte del Gobierno de turno que, al parecer, nada más asumir la cartera, experimentan un cambio súbito de moralidad– conmemoran con la condena más absoluta, expresando su odio al envilecimiento y dejando patente su rabia ante la injusticia cometida aquel 14 de noviembre de 1975.
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En cambio, el tercer aniversario del otro viernes (13 de noviembre de 2020) es una efeméride –engalanada con el verde de la esperanza que aquel día recuperamos y el áureo resplandor de un nuevo amanecer – que saludamos y celebramos con júbilo, reafirmando nuestro compromiso solemne de proseguir, con la constancia y la abnegación que nos son naturales, la lucha armada hasta la liberación del último palmo de Saguia Elhamra y Río de Oro. Con esta voluntad firme y conmemorando este día señalado, el Secretario General del Frente Polisario y presidente de la RASD, Brahim Ghali, inauguró (el día 13 de noviembre) la Base Militar 13 de Noviembre, valorando en su justo significado la trascendencia de esta fecha, que constituyó para nuestro pueblo un nuevo comienzo.
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