El 28 de julio de 2024, Emmanuel Macron reconoció la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental, lo que marcó un punto de inflexión diplomático para Francia. Este giro, motivado por cuestiones económicas y geopolíticas, se produce en un contexto de creciente presión de Marruecos sobre sus socios europeos, en detrimento del apoyo internacional a los derechos de los saharauis.
Mediante una simple carta del presidente Macron al rey Mohammed VI, Francia abandonó el Sáhara Occidental, territorio ocupado por Marruecos y considerado por la ONU como la última colonia en África.
Fechada el 28 de julio de 2024, la carta del presidente francés afirma que “ el presente y el futuro del Sáhara Occidental forman parte del marco de la soberanía marroquí […]. Para Francia, la autonomía bajo soberanía marroquí es el marco dentro del cual debe resolverse esta cuestión . Hasta entonces, París se contentaba con considerar que “el plan de autonomía marroquí [era] una base seria y creíble para las discusiones” y por tanto no descartaba el referéndum de autodeterminación. Esta última fórmula, reivindicada por el Frente Polisario que defiende la independencia del Sáhara Occidental desde 1973, es también la recomendada por las Naciones Unidas que, desde 1991, mantienen in situ a la Minurso, fuerza encargada de organizar dicha consulta.
El papel clave de Donald Trump
El cambio de opinión francés es el último episodio de una secuencia iniciada por Donald Trump al final de su primer mandato en 2020. Rompiendo con la posición tradicional de los republicanos estadounidenses que hasta entonces se habían mostrado sensibles a la causa saharaui, el presidente estadounidense había reconoció la “soberanía marroquí” sobre el Sáhara Occidental a cambio de la normalización de las relaciones diplomáticas entre Marruecos e Israel. Este último acercamiento también ha permitido al reino de Shereef beneficiarse del “know-how” israelí, particularmente en materia de drones, para reprimir a los separatistas del Frente Polisario. Al no haber revocado la declaración de Trump, la administración Biden se sintió en una posición de fuerza para presionar a sus socios europeos, cuya posición, tradicionalmente neutral, intentaba dar cabida a las sensibilidades de Marruecos y de Argelia, principal apoyo de los saharauis. Alemania, y especialmente España, fueron los primeros objetivos de Marruecos, y ambos cedieron.
“Como la administración Biden no revocó
la declaración de Trump,
Marruecos se sintió en una posición fuerte
para presionar a sus socios europeos. »
El cambio de rumbo de España, particularmente preocupada por esta cuestión como antigua potencia colonial, es significativo. Permitió poner fin a una disputa diplomática tras la acogida en España de Brahim Ghali, líder del Frente Polisario, para recibir tratamiento allí en abril de 2021. Rabat no dudó entonces en movilizar el arma migratoria: desde mayo, los El enclave español de Ceuta, en la costa marroquí, se vio desbordado por la llegada de 8.000 inmigrantes de origen marroquí. Tras unos meses de crisis, en marzo de 2022, el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, acabó apoyándose en la posición marroquí al reconocer que el plan de autonomía marroquí era “la base más seria, realista y creíble para la resolución del conflicto”.
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