A punto de cumplirse un año de la carta que escenificó el giro copernicano en el conflicto del Sáhara Occidental, el Gobierno admite por primera vez que no se midieron las consecuencias que una decisión de política exterior española difundida por la Casa Real marroquí podría tener en las relaciones comerciales con Argelia, hasta entonces principal socio gasístico. La consigna ahora es apostarlo todo a la carta de Marruecos.

Según ha podido saber El Independiente, ese reconocimiento es el nítido mensaje que han traslado altos cargos del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo -que sigue dirigiendo Reyes Maroto, a pesar de ser la candidata del PSOE a la Alcaldía de Madrid- a algunos de los empresarios españoles afectados por la crisis abierta con Argel. El pasado julio el régimen de Abdelmadjid Tebboune rompió unilateralmente el tratado de buena vecindad e impuso el bloqueo de las operaciones de comercio exterior con España, en represalia por el histórico cambio de posición de Moncloa en el litigio del Sáhara Occidental, la ex colonia española que, tras 47 de ocupación marroquí, es el último territorio por descolonizar en África.

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