Por Jorge Alejandro Suárez Saponaro/ECS
Madrid (ECS).- La región del Magreb tiene problemas en común, como el terrorismo, las migraciones no controladas, los altos niveles de corrupción, la debilidad económica e institucional, y la injerencia de actores extra regionales, con intereses contrapuestos, genera un panorama para nada alentador. Argelia y Marruecos son los actores relevantes, por su peso económico, geopolítico y poblacional, además del caso argelino de contar con recursos energéticos.
La cuestión del Sahara Occidental, proceso de paz inconcluso por la injerencia directa de actores extra regionales, especialmente Francia, que por intereses propios apoya la tesis anexionista marroquí, que no ha hecho más que alimentar tensiones, y evitar escenarios de cooperación para cuestiones tan delicadas para la seguridad europea como el crimen organizado, migraciones no controladas y el terrorismo.
El régimen marroquí se ha beneficiado en su compleja política interna con el mantenimiento del conflicto saharaui. Esto aglutina la opinión doméstica en torno a una causa nacional y también permite imponer un control a los partidos políticos.
La ocupación del Sahara, demanda fuertes inversiones en materia militar, para garantizar el uso de los recursos naturales en dicho territorio, que beneficia actores extra regionales. Los muros defensivos, es una herramienta para “cerrar” la zona ocupada a cualquier posible infiltración saharaui. Marruecos ha dilatado el proceso de paz, gracias al apoyo francés, y en el seno de la Unión Africana, ha buscado buscar apoyos y reconocimiento a la ocupación. Los estrechos vínculos con las monarquías conservadoras del Golfo le han permitido acceder a una generosa financiación de un amplio programa de modernización militar, que tiene como ejes fortalecer capacidades de defensa del espacio aéreo y proyección sobre los espacios marítimos de interés marroquí. La marina marroquí, está en proceso de expansión, queda pendiente la compra de submarinos, proceso que lleva tiempo, no solo por razones políticas, sino formar tripulaciones, instalaciones adecuadas, etc. La fuerza aérea dio un salto cualitativo con la llegada de los F16 52+, siendo una posibilidad, la compra de versiones más avanzadas, como fue sugerido en un reconocido sitio de defensa en agosto de 2020. Agregándose a los 25 aviones F 16 Block 72 (que llegarán en 2024-25 con modernos radares APG 83).
La capacidad de inversión de Marruecos, no llega al nivel de Argelia, es por ello que apuesta a la mejora cualitativa de sus fuerzas armadas, pero no solo como respuesta al poderío del vecino, sino también por la agenda geopolítica que tiene el país en relación a las aguas circundantes a Canarias y los enclaves españoles de Ceuta y Melilla, donde la presencia naval marroquí se ha incrementado.
Argelia sigue siendo desde el punto de vista militar el país más importante. A diferencia de Marruecos, los altos mandos militares tienen un importante peso político. La crisis terrorista de los años 90, la inestabilidad regional, llevó a una mayor presencia militar en las zonas de frontera, como en caso del vecino marroquí, los argelinos han venido llevando a cabo un ambicioso programa de modernización, especialmente en la capacidad antiaérea, defensa marítima y defensa del espacio aéreo. El principal apoyo en el campo militar es Rusia. No cabe duda que los principales actores antagónicos en el Magreb, tienen alianzas con países que tienen intereses contrapuestos. No obstante ello, dado el peso que tiene Argelia en materia energética y su política exterior, con altas dosis de independencia, lo convierten en un actor importante para Estados Unidos. Los argelinos, gracias al apoyo que brindan a la República Saharaui, han alejado la amenaza marroquí de las fronteras comunes. Recordemos que el concepto del gran Marruecos incluye reclamos sobre territorios argelinos ricos en minerales. España aplica una estrategia de apaciguamiento, que mas bien se ha convertido en una guerra de desgaste, dado que Madrid termina cediendo contrario a los intereses nacionales a las presiones de Rabat, el ejemplo más palpable es el retiro del Sahara en 1975, dejando el descubierto la seguridad de Canarias. Argelia ha estrechado lazos con países vecinos, impulsando mecanismos de cooperación.
Los otros actores, Mauritana y la República Saharaui, por diversos motivos, políticos, económicos y demográficos tiene menor peso en materia militar. Mauritania, con sus limitados recursos tiene que hacer frente a un enorme espacio geográfico para controlar, lo que lo hace vulnerable a la creciente actividad terrorista. Gracias a la ayuda internacional, las fuerzas militares lograron alcanzar cierto nivel para lidiar exitosamente con el problema del terrorismo, como incrementar el control de sus espacios marítimos. El rol de Francia no es el mismo, ante la aparición de un actor como China, que apoya decididamente mejoras en las fuerzas armadas mauritanas. La reciente crisis del Sahara, tras el incidente de Guerguerat, es un serio problema para la seguridad mauritana. Las relaciones con Marruecos siempre han sido complicadas. En los años 60, Rabat reclamaba a Mauritania como parte del Gran Marruecos. Luego vino el acuerdo para repartir el Sahara y en 1980, con la salida de Nuakchot de la guerra, los vínculos se volvieron más tensos. Que la república saharaui controle un pedazo del Sahara Occidental, sirve de amortiguación, frente al expansionismo alauita. Fuente de preocupación es el interés marroquí de ir por La Güera, y ocupar la zona desmilitarizada del extremo sur del Sahara Occidental, controlada por la República Saharaui. Mauritania no quiere ser satelizada y busca salidas alternativas, como negociar con Argelia la apertura de puestos de fronteras y vías comerciales que eviten el Sahara ocupado. Es por ello que las autoridades mauritanas miran para otro lado, ante los movimientos del ejército saharaui que atraviese sus fronteras.
La República Saharaui, con pocos aliados en la región, se encuentra en una situación difícil. La indiferencia de la comunidad internacional, especialmente por la postura de España, potencia administradora, permeable siempre a la presión marroquí, ve un proceso de paz estancado. El liderazgo del Polisario, sabe que la estrategia de Rabat es legitimar su ocupación y si es posible vía militar, ocupar todo el Sahara, barriendo de un plumazo al estado saharaui. Argelia y Mauritania, no tiene el más mínimo interés de que Rabat realice dicho avance, por distintos mecanismos apoyan, más abiertamente Argel, al gobierno saharaui. La debilidad tecnológica, la compensa con la peculiar guerra de guerrillas que libra, golpes de mano. Existen intereses creados para que la región no haya una guerra abierta. Rusia y China tienen importantes intereses e inversiones, tampoco Estados Unidos quiere un choque abierto con dichos actores, dado la crisis global del COVID, donde Washington, por la torpe política de Trump ha salido muy mal parado.
El Magreb es un polvorín, región inestable y donde existen problemas de control de espacios geográficos, unido a falencias institucionales, lo que facilita que actores no estatales operen con alto grado de libertad junto a organizaciones criminales. No están dadas las condiciones para un conflicto abierto, por muchos motivos, especialmente por los intereses de actores como China, Rusia, Estados Unidos, Francia. Lo que no impide que los países que forman parte del Magreb, sigan teniendo intereses contrarios, especialmente por la imposibilidad de llegar a una solución razonable, el reconocimiento de la República Saharaui, dado la postura de Marruecos de buscar el reconocimiento de su anexión, algo políticamente por ahora insalvable. Mientras tanto las partes buscaran construir mayor poder, que puede derivar hacia un escenario de saturación, que si puede convertir a esta región, en un verdadero polvorín.
Origen: El Magreb, un polvorín; una región inestable y problemas de control de espacios geográficos.