El mundo de la cultura ha vuelto a hacerlo: ha sacado los colores al Gobierno con motivo de una guerra. Si en 2003 lo hizo porque el Ejecutivo conservador de José Mª Aznar (PP) se inventó una guerra en Irak, ahora con Pedro Sánchez (PSOE) en la presidencia y Pablo Iglesias (UP) en la vicepresidencia reprocha la connivencia de España con Marruecos después de que éste rompiera el fuego en el Sáhara Occidental haciendo estallar de nueva la guerra.

Respondiendo al reclamo del FiSahara (Festival Internacional de Cine del Sáhara), el cine, la música, la literatura… se han unido para reclamar justicia para el pueblo saharaui. El vídeo-manifiesto que se ha hecho público esta mañana, protagonizado por Clara Lago, Javier Bardem, Alberto Ammann, Isabel Coixet y Viggo Mortensen es sólo la punta de lanza de lo que está por llegar.

El apoyo a la iniciativa es masivo desde todos los frentes y demuestra, una vez más, cómo aquellos que quisieron desprestigiar el ‘No a la guerra’, acuñado por mi querida Pilar Ordóñez, se equivocaban de pleno: no eran protestas politizadas, entendidas éstas como partidistas. Es una cuestión de honestidad, de valores, de justicia… los mismos principios que ahora, con un gobierno progresista, parecen haberse esfumado en lo que al Sáhara Occidental se refiere.

El que se ha autocalificado como «el gobierno más progresista de nuestra democracia» está al mismo nivel que sus predecesores más reaccionarios… diría que incluso ha caído más bajo, porque a diferencia de lo que venía sucediendo desde 1991, ahora hay en curso una guerra ante la cual PSOE y Unidas Podemos están mirando a otro lado.

El golpe de efecto de la campaña #TodxsConElSahara: #ParemosEstaGuerra y la recogida de firmas en Change.org no sólo sonroja al Gobierno de España o a una infame Unión Europea, cuyo Alto Representante para la Política Exterior, Josep Borrell, es tan cínico como para hablar de «paciencia estratégica» después de 45 años de violación del Derecho Internacional por parte de Marruecos. Esta campaña también ha de sacar los colores a buena parte de la prensa española, que ejerce un auténtico bloqueo informativo en torno a esta cuestión.

La Cultura se suma a los millones de voces  ciudadanas que llevan semanas reclamando parar la guerra y abordar de una vez por todas un Sáhara Libre; se retroalimentan y estoy convencido de que esta misma ciudadanía amplificará aún más la demanda del mundo cultural, aumentando la presión al Gobierno de España para que actúe de acuerdo al Derecho Internacional y su responsabilidad histórica con el Sáhara Occidental.