El fantasma del pasado colonial se resiste a morir. El conflicto del Sáhara Occidental, largamente congelado, vuelve a ocupar titulares. También, como ha demostrado el caso Brahim Gali, a poner contra la espada y la pared a España, que lleva 45 años de equilibrios imposibles entre sus responsabilidades históricas y sus intereses con Marruecos.