La denuncia de esta injusticia y el apoyo al pueblo saharaui han sido constantes por parte de quienes defienden el derecho de los pueblos a decidir su futuro, el respeto al derecho internacional y el rechazo a toda forma de ocupación imperialista. La causa del Sáhara no es ajena: forma parte de las luchas fundamentales de la izquierda comprometida con la justicia y la autodeterminación.

España no puede seguir escondiéndose detrás de comunicados ambiguos ni declaraciones diplomáticas. El reconocimiento de facto del plan de autonomía marroquí, de forma unilateral, por parte del presidente Pedro Sánchez y su ministro Albares, al margen de la pluralidad del Gobierno, del Congreso, del Senado y de la legalidad internacional, no solo es una vergüenza: es una traición al pueblo saharaui, al derecho internacional y a la propia dignidad democrática de nuestro país.

Frente a ese silencio cómplice, el Grupo Plurinacional SUMAR —a propuesta de Izquierda Unida— ha llevado al Congreso diversas iniciativas políticas de gran importancia: la tramitación de una proposición de ley para conceder la nacionalidad española a los saharauis nacidos antes de 1976, cuando el Sáhara era aún provincia española; una propuesta para aumentar en 10 millones de euros la ayuda humanitaria a los campamentos de refugiados de Tinduf; una pregunta parlamentaria exigiendo el cumplimiento de la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea y de las resoluciones de la ONU sobre la soberanía del Sáhara Occidental; la denuncia pública por la inclusión del Sáhara como parte de Marruecos en mapas oficiales como los de AEMET; y la exigencia al Gobierno de explicaciones a Marruecos por la expulsión de observadores españoles del territorio saharaui ocupado, entre otras. Estas acciones no son gestos simbólicos: son compromisos firmes con la legalidad internacional y la justicia.

Toca reiterar con firmeza que la única salida justa, legal y duradera al conflicto pasa por la celebración de un referéndum de autodeterminación para que el pueblo saharaui decida libremente su futuro. Es lo que ha dictaminado Naciones Unidas, lo que establecen los Acuerdos de Paz y lo que exige la justicia. Todo lo demás son atajos interesados que pretenden blanquear una ocupación basada en la represión y el expolio de los recursos naturales del Sáhara Occidental.

Mientras tanto, en los territorios ocupados continúa la represión, la persecución a activistas, el acoso a periodistas, las desapariciones forzadas y la negación de los derechos humanos más básicos. En los campamentos de refugiados de Tinduf, miles de personas sobreviven con dignidad pese a las durísimas condiciones del exilio. Y en la diáspora, la juventud saharaui sigue organizándose, formándose y manteniendo viva la llama de la resistencia.

El movimiento obrero y popular tiene una responsabilidad histórica: exigir al presidente Sánchez que rectifique, que rompa las relaciones con el régimen genocid
SUMAR, a iniciativa de Izquierda Unida, impulsa medidas clave en defensa del pueblo saharaui: nacionalidad para nacidos antes de 1976, ayuda humanitaria, denuncias ante la ocupación marroquí y defensa del derecho internacionala marroquí y no blanquea una ocupación basada en la represión y el expolio

El movimiento obrero y popular de nuestro país tiene una responsabilidad histórica: no permitir el silencio, exigir al presidente Sánchez que rectifique, que rompa las relaciones con el régimen genocida marroquí mientras no se respete el derecho internacional y multiplique la solidaridad activa con el pueblo saharaui.

El Sáhara será libre. No por concesiones del ocupante ni por promesas vacías de las potencias, sino por la lucha organizada de su pueblo y el apoyo firme de quienes se mantienen comprometidos con la justicia y la libertad.

Frente al cinismo de las cancillerías y a los intereses económicos y geoestratégicos que imponen el silencio, el compromiso del movimiento de la paz, la libertad y el antifascismo sigue siendo claro: mantenerse al lado del Frente Polisario, del pueblo saharaui y de su derecho inalienable a la autodeterminación.

Porque no hay paz sin justicia.

Y no habrá justicia mientras el Sáhara siga ocupado.