El ex asesor principal de Angela Merkel para asuntos diplomáticos y de seguridad, ex presidente de la Conferencia de Seguridad de Múnich (MSC), embajador Christoph Heusgen, consideró que es extremadamente lamentable que la ley de la selva y el gobierno del más fuerte parezcan prevalecer en la cuestión del Sáhara Occidental, y que las relaciones con Marruecos signifiquen más para sus socios transatlánticos que el derecho internacional y el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui, una parte del cual vive en el exilio en duras condiciones.

En sus memorias, publicadas hace meses por la editorial bávara Siedler bajo el título “Liderazgo y responsabilidad: la política exterior de Angela Merkel y el futuro papel de Alemania en el mundo”, el embajador Heusgen afirmó que el conflicto del Sáhara Occidental, surgido en el contexto de la descolonización, está hoy casi olvidado, pero que el pueblo saharaui y el Frente POLISARIO, su representante político, siempre han cumplido escrupulosamente las resoluciones de la ONU, y que este último aún no ha cumplido con su obligación de resolver la disputa sobre el estatus del territorio y la ha mantenido abierta a la espera de la celebración de un referéndum de autodeterminación.

El embajador alemán añadió que, a pesar de ello, Marruecos ignoró las resoluciones de la ONU y continuó estableciendo su control sobre el Sáhara Occidental en lo que pareció ser una “táctica salami” a lo largo de los años desde su ocupación del territorio en 1975. Este comportamiento también afectó el destino de cientos de miles de refugiados saharauis en el exilio, especialmente en los campos de refugiados de Argelia.

Christoph Heusgen, quien también fue representante permanente de su país ante las Naciones Unidas entre 2017 y 2021, se refirió en sus memorias a la mediación internacional en el conflicto saharaui-marroquí y afirmó que el difunto mediador Horst Köhler, quizás el mayor experto en asuntos africanos entre los políticos alemanes, gracias a su labor al frente del Fondo Monetario Internacional a principios del milenio, y que gozaba de gran prestigio en el continente africano, logró sentar a las partes en conflicto a la mesa de negociaciones por primera vez en mucho tiempo en 2019 gracias a su perseverancia. Esta reunión brindó un nuevo rayo de esperanza a la población de los campos de refugiados, pero Köhler se vio obligado a dimitir por motivos de salud. Sin embargo, el régimen marroquí no quedó impresionado por la mediación de Köhler.

La negativa marroquí puede haber contribuido, añadió el embajador Heusgen, a que el puesto de enviado de la ONU al Sáhara Occidental permaneciera vacante durante un largo periodo de tiempo hasta el nombramiento de Staffan de Mistura en 2021. Destacando que la situación sobre el terreno se ha ido deteriorando últimamente debido a la persistente ocupación del Sáhara Occidental por parte de Marruecos y alentada por el reconocimiento por parte de la administración Trump de la soberanía marroquí sobre el territorio, al final de su primer mandato, en contradicción con el derecho internacional, lo que agravó la difícil situación del pueblo saharaui.

El diplomático alemán añadió que el tuit de Trump animó al gobierno marroquí a presionar a Alemania, que respeta el derecho internacional, así como a España, que tiene una obligación y una responsabilidad hacia el pueblo saharaui debido a su responsabilidad colonial, ya que Marruecos congeló relaciones con Alemania, retiró a su embajador en Berlín y abrió ampliamente las fronteras hacia los enclaves españoles de Ceuta y Melilla en la costa norteafricana, permitiendo la entrada de numerosos migrantes a España. Estas fueron las acciones, añade el autor, que dieron sus frutos para Marruecos: España se alineó con la postura estadounidense y el gobierno de Scholz elogió el plan marroquí de permitir que el Sáhara Occidental siguiera siendo parte del territorio marroquí a cambio de otorgar a sus habitantes un grado limitado de autonomía en materia administrativa, financiera y cultural.

El Embajador Heusgen lamentó el oportunismo de estos países, señalando que sus posiciones sobre la ocupación del Sáhara Occidental constituyen una nueva reacción política que se suma a los fracasos colectivos de Occidente a la hora de respetar el derecho internacional, como la prisión de Abu Ghraib y la bahía de Guantánamo, los ataques con aviones no tripulados contra civiles en Afganistán, la segunda guerra de Irak y la violación de las resoluciones jurídicamente vinculantes del Consejo de Seguridad de la ONU, desde el acuerdo sobre el programa nuclear iraní hasta la reubicación de la Embajada de Estados Unidos en Jerusalén y el reconocimiento de la soberanía territorial de Israel sobre los Altos del Golán sirios.