¿Por qué el bloque de investidura no hace valer sus escaños para impedir que Sánchez se posicione al lado de Marruecos en su ocupación ilegal del Sahara?
El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, saluda al rey Mohamed VI, durante su encuentro mantenido en Rabat este 21 de febrero de 2024. | POOL MONCLOA / BORJA PUIG DE LA BELLACASA
Así, cerrando el ciclo de la España belicista (seguidista de George W. Bush) de la foto de las Azores y de las armas de destrucción masiva; irrumpió (como pájaro de mal agüero, en medio de la tragedia del 11-M) el Gobierno servil y zalamero de Zapatero. De ahí, se pasó al liderazgo dubitativo, ineficiente e inseguro de Mariano Rajoy que, tornado en presa fácil, allanó el camino para el desembarco en la Moncloa, a uno de los peores gobernantes de la historia reciente de España: Pedro Sánchez, una suerte de virrey venido a menos –con ínfulas de mayordomo real– al servicio de la Corona alauí.
Pedro Sánchez ha convertido a España, prácticamente, en un “felpudo” para Mohamed VI
Gracias a él, España pasó de ser la metrópoli de la última colonia de África a ser el primer país europeo colonizado por Mohamed VI y Carles Puigdemont. José María Aznar tiene muchos defectos, igual que todos (como reza el sabio proverbio árabe “es sobrado de nobleza aquel cuyos yerros se pueden contar”) e, ideológicamente, está en las antípodas con respecto a mucha gente. No obstante y, sin ánimos de reivindicar (para nada) su, para muchos, pésimo legado, hay que reconocerle que (en julio de 2002) situó a España en lo más alto, al enfrentarse con dignidad y valentía al régimen majzení, frenando en seco su intento de atropello a la soberanía nacional con aquel amago de ocupación de la isla de Perejil. Esta acción audaz, nos viene a la mente, irremediablemente, no por devoción a Aznar, sino por el contraste brutal que en sí supone, con la postración impúdica que está mostrando Sánchez –20 años después– ante la dictadura alauí, llegando a convertir a España, prácticamente, en un “felpudo” para Mohamed VI.
Por si esto fuera poco, para continuar sirviendo al Majzen y eternizarse en la Moncloa, le brindó a Puigdemont una “legislación a la carta”. El líder de Junts, aprovechando esta oportunidad inigualable que se le presentó cuando menos lo esperaba, no se conformó con cesiones razonablemente modestas, sino que optó por exigirle a Sánchez (poniéndolo despiadadamente en evidencia) las leyes que mejor sirven a sus intereses (amnistía, condonación de la deuda catalana, competencia en materia de inmigración y fronteras…). Y, naturalmente, por muy polémicas que éstas sean y por muy cuestionada que fuera su constitucionalidad, Sánchez no dudó en refrendarlas. Para justificar estas leyes creadas ad hoc para Junts, Sánchez recurre a argumentos endebles e inverosímiles que, además de no convencer a nadie, revelan su incongruencia y la oquedad de su discurso.
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Origen: España, de metrópoli a colonia de Mohamed VI y Puigdemont