La visita del ministro del Interior español, Fernando Grande-Marlaska, a Argel —la primera de un miembro del Gobierno de Pedro Sánchez desde marzo de 2022— marca un punto de inflexión en las relaciones entre España y Argelia tras más de dos años de tensión diplomática. Acompañado por una amplia delegación de altos cargos en materia de seguridad, inmigración y protección civil, el ministro fue recibido en el aeropuerto de Houari Boumediene por su homólogo Saïd Sayoud, ministro argelino del Interior, Colectividades Locales y Transportes. La composición de la delegación española —en la que figuraban las directoras generales de Relaciones Internacionales, de Inmigración y de Protección Civil, junto con mandos policiales y de la Guardia Civil— revela el carácter prioritario de la agenda: cooperación en seguridad, control migratorio y gestión de fronteras.
Según la prensa argelina (L’Algérie Aujourd’hui, El Moudjahid), las conversaciones buscan consolidar un nuevo marco de confianza y coordinación técnica tras el restablecimiento de los mecanismos de la Comisión Mixta de Seguridad, suspendidos desde 2022. Argelia y España habrían acordado reforzar la formación de sus cuerpos de seguridad, intensificar la lucha contra el tráfico de personas y el crimen organizado, e impulsar proyectos conjuntos para modernizar los dispositivos de control fronterizo. Pero más allá del tono protocolario, la visita tiene una lectura geopolítica clara: España necesita reabrir canales estables con Argel, tanto por la gestión migratoria como por su dependencia energética. La recuperación del diálogo con un socio clave en el Mediterráneo responde también al desgaste de la política exterior española tras su alineamiento con el plan de autonomía marroquí, que deterioró profundamente la confianza entre Madrid y Argel.
Para Argelia, la cooperación en materia migratoria y de seguridad forma parte de una estrategia más amplia: abordar las causas estructurales de la migración irregular mediante el desarrollo económico y la estabilidad en el Sahel y África subsahariana. Como recordó L’Algérie Aujourd’hui, el enfoque argelino no se limita al control de fronteras, sino que reclama una visión global que combine seguridad y desarrollo. En cambio, la agenda española parece centrarse en frenar las llegadas irregulares a las Islas Baleares, cada vez más numerosas desde la ruta argelina. En este contexto, la omisión del Sáhara Occidental en las declaraciones oficiales no es casual: sigue siendo el punto más sensible en la relación bilateral. El Gobierno español evita cualquier mención que pueda interpretarse como una rectificación de su apoyo al plan de autonomía de Marruecos, mientras Argel mantiene su posición firme a favor del derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación.
Así, la visita de Grande-Marlaska a Argel simboliza la voluntad de ambos países de “normalizar” su relación sobre bases pragmáticas, pero deja intacta la fractura política abierta por el giro de Sánchez en 2022. Argelia acepta reabrir los canales técnicos, pero no ha cambiado su postura sobre el Sáhara: sin un retorno de España a la legalidad internacional, no habrá confianza plena. La cooperación migratoria podrá avanzar, pero la herida diplomática que dejó el abandono del pueblo saharaui sigue marcando el fondo de la relación.
Por la Plataforma “No te olvides del Sáhara Occidental”
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Le ministre espagnol de l’Intérieur depuis hier à Alger : Alger et Madrid se concertent sur la gestion des flux migratoires El Moudjahid