Todo el mundo sabe que nadie elige a sus vecinos y que, entre éstos, puede haber alguno muy atravesado que cause muchos dolores de cabeza a sus colindantes. No escapan las relaciones internacionales a lo que así se constata; es más, en algunos casos, como estamos viendo en diversas latitudes, dicha constante se ve corroborada de muy diversas formas. Las relaciones entre España y Marruecos presentan situaciones y problemáticas que hacen patente las dificultades por las que pasa la convivencia entre Estados vecinos, a pesar de la retórica del buen entendimiento y de relaciones privilegiadas.

Las paradójicas relaciones entre España y Marruecos son la representación de un drama de muy torpe autoría que repercute en la tragedia del pueblo saharaui

La diplomacia no llega a tapar tensiones existentes, como tampoco las relaciones que pueda haber entre las poblaciones de los dos países. Prueba de ello la ofrecen las decisiones claudicantes que se toman desde el Estado español ante presiones chantajistas con que opera el régimen del reino alauita, ambos invocando una soberanía que no tienen, al menos en el grado en que alardean de ella. Por el contrario, aun en medio de conflictos respecto a los cuales se hacen -o se simulan- esfuerzos para que, incluso cuando se alientan, no lleguen a más, lo cierto es que se chapotea en un lodazal en el que no se hace más que ahondar la huella colonial sobre la que caminan ambas partes, aunque en sentidos inversos. Las paradójicas relaciones entre España y Marruecos son la representación de un drama de muy torpe autoría que repercute en la tragedia del pueblo saharaui.

Los medios de comunicación españoles, por más que no todos en la misma medida, nos proporcionan en los últimos tiempos noticias que, venciendo la notable falta de transparencia con la que desde el mismo gobierno de Pedro Sánchez, así como también desde instancias socialistas, se tratan los asuntos relacionados con nuestro vecino del sur, nos hablan de cómo España va cediendo ante las presiones marroquíes. Un hito que dio paso a una nueva etapa en las relaciones bilaterales, marcada con el signo de la claudicación por parte española, fue, como todos recordamos, cuando el presidente del gobierno español le comunica en carta del 14 de marzo de 2022 a Mohamed VI que hace suya la posición que  “su majestad” mantiene sobre el Sáhara Occidental, dando por válida la anexión de dicho territorio con total desprecio a las resoluciones de Naciones Unidas respecto a un referéndum de autodeterminación del pueblo saharaui, malamente blanqueada bajo no creíbles promesas de autonomía para un territorio bajo control de Marruecos desde la “Marcha Verde” promovida por Hassan II en 1975.

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