Hay una cárcel al aire libre, en la que día a día conviven, la violencia, las violaciones de los Derechos Humanos y la dignidad de sus habitantes, que son presos en su propio país, silenciados dentro de sus propias fronteras y arrestados dentro de sus propias casas.

Los y las saharauis, que viven en permanente ocupación y el día a día de una pesadilla hecha realidad. Mujeres y hombres luchadores de nacimiento, y porque, por desgracia «no les queda otra», ellas y ellos que nacieron bajo la ocupación, que no saben lo que es vivir libres desde que llegaron a este mundo, pero que defienden la justicia y la libertad como si fuesen los creadores de ambos conceptos.

Los y las Saharuis y sus relatos, sus vivencias de dolor, injusticia y resistencia; para que todos aprendamos, para que no se vuelva a repetir.

La destacada militante por la independencia de su país, Sultana Sidi Brahim Khaya, perdió un ojo en una agresión policial que sufrió durante una manifestación en 2007; hace apenas 2 días, un grupo de policías dirigidos por el comisario Abd Hakim Aamir, apedrearon y agredieron a Sultana y a su hermana; la primera, relata en su testimonio que bajó a la puerta a recibir a unas amigas que habían desoído la orden de aislamiento, y que en ese momento la policía arremetió contra ella y su hermana Ouaari a pedradas. Sultana fue herida en la cabeza cerca del ojo sano que aún mantiene y su hermana Ouaari, en la boca. Las amigas también resultaron heridas. La activista denuncia que la policía y los militares marroquíes tienen la intención de asesinarla como vienen amenazando hace muchos días.

No es la primera vez, que sufren este tipo de ataques violentos. La familia lleva 92 días en arresto domiciliario decidido por las fuerzas de ocupación, aunque cabe recordar la definición y en que consiste dicha pena: «la privación de la libertad de movimientos y comunicación de un condenado o acusado que se cumple fuera de los establecimientos penitenciarios sea en su propio domicilio o fijado por el Tribunal sentenciador a propuesta del afectado», es por ello que ni Sultana ni su familia deberían estar siendo sometidos a este trato, que no es una pena, ya que no están acusadas de nada, sino que se ha convertido en un acto vejatorio y de opresión, por desgracia, uno más a los que ya los tiene acostumbrados el monstruo del miedo y la opresión marroquí. Viven bajo asedio, puesto que no se les permite recibir visitas. Ayer, sin ir más lejos, la policía allanó la casa metiendo a las hermanas en su interior bajo patadas y golpes para impedirles salir de la casa familiar.

Pese a todo, tanto Sultana como su hermana, como todas y cada una de las mujeres que se acercan sin miedo a los golpes, siguen demostrando una fuerza de un material que está por inventar, pues que hacen alarde de una resistencia inquebrantable día a día, y ni el peor de los golpes les impide seguir luchando por sus derechos. Permanentemente maltratada por la policía, arrastrada en las puertas de su casa, golpeada, insultada, Sultana como tantas otras mujeres saharauis, llevan la palabra LUCHA circulando por las venas y eso las hace no solo incansables, sino invencibles.

Este territorio, su propio territorio, se ha convertido para la población saharaui en una cárcel tan grande como un país, al aire libre y con el silencio de la comunidad internacional como banda sonora de todo lo que ocurre. Marruecos está impidiendo a activistas saharauis, viajar de sus ciudades a cualquier punto del territorio, en especial a Bojador ocupado, donde se encuentra la activista Sultana Sidi Brahim Khaya, para así impedir que se sienta apoyada y respaldada.

Por ello, han retenido a 4 activistas saharauis en el control de la entrada norte de Bojador, venían de El Aaiún para solidarizarse con la familia Khaya., impidiéndoles visitar a la activista de Derechos Humanos.

Los activistas, entre ellos Sidi Mohamed Dadach conocido como el Mandela Saharaui. Unos vídeos con sus testimonios, que recibió Équipe Media, cuentan que la policía les ha retenido con fuerza, les han amenazado y les han devuelto hacia El Aaiún.

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