A última hora de la tarde, cuando los rayos de sol se van extraviando por el horizonte, el comandante Baali Hamudi y su cuadrilla de soldados se desliza por un árido montículo. Desde el promontorio se divisa el muro y, a unos ocho kilómetros de distancia, el radar de una base militar marroquí. El cuartel es el blanco de una operación que el Frente Polisario firma unos minutos después, aprovechando los últimos haces de luz del día.

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