Las guerras deberían finalizar cuando cesan los enfrentamientos. «Sin embargo, las minas antipersona continúan causando muertes y mutilaciones aun después de finalizada la guerra. Y es, sobre todo, la población civil la que sufre las graves consecuencias. 
El Sáhara Occidental es una tierra plagada de minas y artefactos explosivos que los marroquíes esconden bajo tierra para atentar contra los saharauis. Se estima que hay más diez millones de minas y explosivos, según la ONU. Cada año mueren entre 10 a 20 personas civiles a causa de estas minas.

 

El territorio saharaui está dividido por un muro militar marroquí de más de 2700 Km. de longitud, fue construido por el régimen deHassan II de Marruecos a partir de 1983, con el objetivo de poner fuera del alcance de sus legítimos propietarios (pueblo saharaui), el territorio saharaui invadido por Marruecos con la ayuda económica y militar de Estados Unidos, desde 1974.

El muro, plagado de minas antipersona desde principio a fin, divide el Sahara Occidental en dos partes, una, ocupada por Marruecos, donde se encuentran todas las riquezas del país (banco pesquero, minas de fosfatos, reservas de hidrocarburos…ect), y otra, en manos del Frente Polisario, donde sólo hay desierto y restos de guerra.

Es un terraplén construido de arena, piedra y alambre de espino y controlado por más de 160 mil soldados marroquíes- uno de los más largos del mundo- está totalmente plagado de minas antipersonales y atraviesa el territorio de la antigua colonia española prácticamente de norte a sur.

El Ejército de Marruecos ocupa los dos tercios occidentales del Sáhara y la franja superior septentrional, mientras que el Frente Polisario domina el lado oriental, fronterizo con Argelia y Mauritania.

En el sector de El Mahbes, una ONG española ha depositado simbólicamente flores de papel y de tela con el mensaje: «Plantemos flores en lugar de minas».

Desde el alto el fuego, más de 300 personas han muerto o han resultado heridas por la explosión de minas y bombas de racimo», dice Aziz Haidar, presidente de una ONG saharaui de víctimas de minas, que advierte de que «la lluvia arrastra las minas a zonas consideradas como seguras».

 

Las minas complican mucho la vida a los nómadas saharauis al haber dividido el muro sus zonas de trashumancia y de abastecimiento de agua, a lo que se suma, según varios testimonios, la muerte de miles de camellos en los últimos años a causa de los explosivos.