HACE UN MES… «fuimos testigos de cómo el pueblo saharaui sobrevive atrapado en un desierto hostil y su cultura evoluciona desde sus ancestros proyectándose hacia el futuro» – Eva Amaral, ayer, al recoger el Premio Nacional de las Bellas Artes ante Felipe VI y el Ministro de Cultura

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Eva Amaral, ayer, al recoger el Premio Nacional de las Bellas Artes en nombre de todos los premiados ante Felipe VI y el Ministro de Cultura
Eva Amaral, en representación de los premiados, resaltó el trabajo de muchos de los que han recibido este reconocimiento, como Ian Gibson o Icíar Bollaín, y destacó que estas medallas ahondan en la forma de encontrar “algo propio” y “alumbrar ideas nuevas”. En su intervención reivindicó la “libertad total” en la producción cultural y que “el tiempo sea juez”. Recordó que cuando estuvo en Tinduf se dio cuenta de que el pueblo saharaui “sobrevive en un territorio hostil” y que los artistas, con quienes compartieron experiencia, tienen muchas caras y son una “piedra preciosa”, más trabajada o menos, pero que acaba produciendo cultura.

Hoy desde este hermoso lugar en esta hermosa Isla recordamos que hace apenas un mes, Juan y yo estábamos en un lugar muy cercano y a la par lejano.

Prácticamente a la misma latitud.

Si hubiésemos sido dos pájaros podríamos haber volado sin mucho esfuerzo desde Tenerife hasta los Campamentos de población refugiada en Tindouf, la diáspora saharaui en el desierto argelino.

Allí acudimos invitados por el Festival Internacional de Cine del Sáhara para tocar en su ceremonia de clausura.

Fuimos testigos de cómo el pueblo saharaui sobrevive atrapado en un desierto hostil y su cultura evoluciona desde sus ancestros proyectándose hacia el futuro. El arte es su aliado. Allí, a miles de km de distancia de la ciudad que nos vio nacer, fuimos más conscientes que nunca de la dimensión del colectivo del que formamos parte. La cultura no es un fotograma plano. Es una realidad poliédrica en la que cada uno de nosotros es una cara. El artista no pertenece a un lugar o a una nación, pertenece al sentir de un tiempo en el que confluyen distintas generaciones y visiones. Ese poliedro en algunas culturas es un diamante en bruto, en otras uno perfectamente facetado. En todo caso siempre es una piedra preciosa. Gracias a todas las personas implicadas en esta delicada labor de orfebrería que es engarzar la cultura en una medalla y mostrarla a nuestra sociedad como la joya que es.

Eva Amaral, ayer, al recoger el Premio Nacional de las Bellas Artes en nombre de todos los premiados ante Felipe VI y el Ministro de Cultura