La activista saharaui Elghalia Djimi habla sobre la obligación de contar y recoger los testimonios de todas las mujeres saharauis que han sufrido violencias en el territorio ocupado del Sáhara Occidental, así como de las alianzas y las resistencias que se forjan con el sufrimiento y de la necesidad de justicia.
Foto: Elghalia Djimi, en Bilbao. / Foto: Lorna Biermann López.
Los cuerpos, como armazones vitales sobre los que apoyarnos y valernos, van acumulando historias allí donde el mundo exterior los atraviesa. El cuerpo de Elghalia Djimi narra la historia de una activista que ha conocido en primera persona las violencias que surcan su tierra, el Sáhara Occidental, pero también las resistencias que su pueblo ha forjado con el paso de los años. Fue vicepresidenta de la organización Sahrawui Association of Victims of Grave Human Rights Violations Committed by Moroccan State y actualmente es miembro y cofundadora de la Instancia Saharaui Contra la Ocupación Marroquí ISACOM. Además, es parte del Comité de Familias de Saharauis Desaparecidos y del Espacio de Mujeres en los Territorios Ocupados (EMSTO).
Djimi nació en Agadir en 1961 donde fue criada por su abuela hasta que esta fue detenida-desaparecida en 1984. Ella misma fue víctima de desapariciones forzosas en tres ocasiones, en 1981 y después entre 1987 y 1991, tras participar en iniciativas contra la ocupación marroquí en el Sáhara Occidental. Ha sido hostigada y detenida en multitud de ocasiones en los años posteriores. Durante los casi cuatro años que estuvo desaparecida, sufrió diferentes tipos de tortura por parte del Gobierno de Marruecos. Por esa misma razón, y en busca de hacer por fin justicia, trabaja desde 1998 registrando las violaciones de derechos humanos que el pueblo saharaui ha sufrido en los territorios ocupados del Sáhara Occidental. Recientemente ha participado con el Instituto Hegoa (UPV/EHU) en un trabajo de investigación que ha documentado las violaciones de derechos humanos contra las mujeres en el territorio saharaui ocupado. Porque, al final, la historia de un cuerpo remite a la de otros cuerpos.
Estás estos días en Bilbao con otras defensoras de los derechos humanos, ¿qué habéis trabajado?, ¿te sirve reunirte con compañeras de otros territorios que sufren o han sufrido situaciones similares?
Ha sido un curso muy intenso e interesante porque hubo muchas defensoras valientes de los derechos humanos procedentes de diferentes países como América Latina y el Sáhara Occidental. Este encuentro nos da una buena oportunidad para explicar a nuestras compañeras de América Latina nuestro sufrimiento y también nuestra resistencia bajo la ocupación marroquí. Hemos podido hablar de nuestros ciudadanos que están en campamentos para refugiados, pero también de aquellos que están bajo la ocupación y en la diáspora porque la mayoría de ellas no conocían nada sobre el conflicto saharaui-marroquí. Hay un embargo mediático sobre nuestra causa y todas las compañeras hemos apreciado este intercambio de realidades.
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