Resulta incomprensible que el régimen marroquí haya construido un Muro de 2.700 kilómetros para no dejar pasar a un solo saharaui (¡en su propia tierra!) y, sin embargo, sea incapaz de cortar de raíz la salida de pateras desde Nador u otras localidades marroquíes, evitando con ello tanta muerte de inocentes. Asimismo, los ingentes recursos –incluyendo su Ejército y otras fuerzas de ocupación- que utiliza para controlar ilegalmente los territorios ocupados del Sáhara Occidental y dividir e incomunicar al pueblo saharaui, podría emplearlos mejor para educar al pueblo marroquí y dar un empleo digno a sus jóvenes, de manera que no se vieran obligados (y alentados) a intentar alcanzar las costas españolas o perecer en el intento. Es una política criminal, sin paliativos, que requiere la denuncia y la condena públicas.
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