El reinado de Juan Carlos I está siendo defendido a ultranza por los partidos del Bloque de la Transición (PP, PSOE y Vox). Sin embargo, para mantenerse en el trono, el actual rey emérito ha ido dejando «cadáveres» en las cunetas para poder mantener tanto su nivel y forma de vida como sus negocios. Desde el año 1975 en que fue nombrado rey por las Cortes franquistas (que lo despidieron al grito de ¡Franco, Franco Franco!, mientras una emocionada Carmen Franco acogía los aplausos de los procuradores) en base a la voluntad del dictador y jurando cumplir y hacer cumplir con las leyes del Régimen, Juan Carlos I no ha dudado en deshacerse de sus más leales consejeros y amigos que, sorprendentemente, no tuvieron ningún ánimo de venganza y mantuvieron su lealtad hasta la muerte.
(…)