Foto original: Las luchas de poder entre los dos principales servicios secretos de Marruecos pone en jaque la estabilidad del reinado de Mohamed VI. EP
En las sombras del palacio real marroquí se libra una guerra silenciosa pero feroz que no sólo amenaza la estabilidad interna del régimen de Mohamed VI, sino que también tiene repercusiones directas sobre la política de ocupación en el Sáhara Occidental. La pugna enfrenta a los dos hombres más poderosos de los servicios secretos marroquíes —Abdellatif Hammouchi y Yassine Mansouri— en una batalla por la sucesión al trono, con la corona como premio y el control del Majzén como objetivo.
Según el reportaje publicado por El Español, firmado por Sonia Moreno, «los dos servicios secretos más importantes de Marruecos llevan años rivalizando por obtener una mayor atención del monarca». Por un lado, Hammouchi dirige la Dirección General de la Policía Nacional (DGSN) y la Dirección General de la Vigilancia del Territorio (DGST), con un férreo control interno y un historial de represión contra periodistas, activistas y defensores de derechos humanos. Por otro, Mansouri, amigo de infancia del rey, está al frente de la Dirección General de los Estudios y de la Documentación (DGED), el espionaje exterior marroquí, que ha coordinado operaciones en Europa y en zonas estratégicas para la política exterior marroquí.
Rivalidades que atraviesan fronteras
Las maniobras entre ambas facciones no se limitan a Rabat. En 2022, el caso Marocgate —compra de voluntades en el Parlamento Europeo para respaldar las pretensiones marroquíes sobre el Sáhara Occidental— salpicó de lleno a Mansouri. El reportaje recuerda que «el chivatazo […] pudo venir de parte de Abdellatif Hammouchi» para comprometerlo y debilitar su posición. Este episodio derivó en represalias diplomáticas, con el bloqueo de la cooperación migratoria y de seguridad con Bélgica, un ejemplo del uso instrumental de la política exterior marroquí como arma en las luchas internas.
No fue el único escándalo. En 2020, la Casa Real adquirió de forma discreta un palacete en París por 80 millones de euros, a través de una sociedad cuyo gerente es Mohamed Mounir Majidi, secretario personal del rey. Según fuentes citadas por el diario, la propiedad iba a destinarse a operaciones de la DGED, pero tras hacerse pública su titularidad «ya no se pudo utilizar con este fin». Este episodio refleja cómo las filtraciones y rivalidades internas pueden arruinar operaciones clave de inteligencia exterior, incluso en países estratégicos como Francia.
En el trasfondo, se encuentran las tensiones diplomáticas entre París y Rabat, agudizadas tras el escándalo del software Pegasus, que en 2021 llevó al presidente Emmanuel Macron a señalar directamente a Marruecos como responsable de un espionaje masivo contra autoridades francesas.
Dos apuestas sucesorias
El núcleo del enfrentamiento es la sucesión. Hammouchi, respaldado por el veterano consejero real Fouad Ali El Himma —apodado “el virrey marroquí” y antiguo director del gabinete de Mohamed VI cuando este era príncipe heredero—, promueve a Moulay Rachid, hermano del actual monarca, como futuro rey. Mansouri, en cambio, entrena políticamente a Moulay Hassan, primogénito de Mohamed VI.
Como recuerda el periodista Ali Lmrabet, «existe una guerra desde hace mucho tiempo» entre los bandos de Hammouchi-El Himma y Mansouri. Esta división no es meramente dinástica: define quién controlará la política interna, el aparato represivo y la estrategia exterior, incluyendo el enfoque hacia el Sáhara Occidental, donde la maquinaria de propaganda y control depende directamente de los servicios de inteligencia.
En este contexto, Hammouchi ha acumulado un poder inusual. El diario apunta que «cada vez es más frecuente contemplarlo […] recibiendo ovaciones en eventos multitudinarios» en ausencia del rey, proyectando su imagen como hombre fuerte del régimen. Su figura está asociada a violaciones de derechos humanos, a la represión en el Rif y a la implantación del programa Pegasus para vigilar a opositores, periodistas y hasta gobiernos extranjeros.
El caso Mehdi Hijaouy: enemigo interno del Majzén
En medio de esta lucha emergió la figura de Mehdi Hijaouy, exnúmero dos de la DGED, que huyó a Europa temiendo represalias. Sus abogados afirman que es víctima de un «procedimiento estrictamente político respaldado por un montaje judicial». Hijaouy no es un opositor al sistema: siempre se mantuvo leal al rey y a la causa marroquí sobre el Sáhara Occidental, pero su cercanía a los hermanos Azaitar —amigos personales de Mohamed VI— y sus críticas a la estructura de los servicios secretos le hicieron caer en desgracia.
El reportaje subraya que Hammouchi dio «la orden de arrestar a cualquiera que esté relacionado con Hijaouy», extendiendo la persecución a familiares, amigos e incluso a empleados de su entorno. Se han utilizado acusaciones de terrorismo y pretextos administrativos para justificar detenciones y cierres de negocios, un patrón que recuerda a las prácticas de represión política contra saharauis en los territorios ocupados, donde se criminaliza cualquier forma de disidencia o incluso la simple relación personal con activistas.
Espionaje, Pegasus y el Sáhara Occidental
La pugna interna no está desconectada del conflicto saharaui. El control de los servicios de inteligencia es clave para sostener la ocupación: desde la manipulación de medios internacionales y operaciones de lobby en Europa, hasta el espionaje de activistas saharauis, la infiltración de organizaciones solidarias y el uso de programas como Pegasus contra defensores de derechos humanos.
La DGED de Mansouri y la DGST de Hammouchi compiten no sólo por el trono, sino por quién dirigirá esta maquinaria de control y propaganda. El caso Marocgate es ilustrativo: las mismas redes usadas para influir en la UE sobre el Sáhara son escenario de vendettas internas. La exposición de estas operaciones, ya sea por filtraciones o por purgas, amenaza con debilitar la capacidad del régimen para imponer su narrativa sobre la ocupación.
Una guerra que debilita al régimen
El artículo de El Español concluye que la huida de Hijaouy «evidencia la profundidad de la crisis y la desconfianza entre los dos polos de la seguridad marroquí» y anticipa un posible efecto dominó de fugas y deserciones en puestos estratégicos. En un sistema donde la lealtad personal al rey es la clave de la estabilidad, la fractura entre sus hombres de confianza puede abrir una crisis de sucesión con implicaciones directas sobre el futuro del Sáhara Occidental.
Si la salud de Mohamed VI se deteriora o su ausencia política se prolonga, la disputa por la sucesión podría salir de la penumbra y convertirse en un enfrentamiento abierto. Para el pueblo saharaui y su legítimo representante, el Frente Polisario, estas fisuras internas son relevantes: un régimen debilitado interna e internacionalmente tendrá más difícil sostener su estrategia de bloqueo y represión sobre el territorio ocupado.
Además, el creciente eco internacional de casos como el de Hijaouy, unido a las investigaciones europeas sobre Marocgate y Pegasus, coloca a Marruecos en una posición defensiva que podría limitar su margen de maniobra en foros internacionales. Para Rabat, que basa buena parte de su política exterior en alianzas estratégicas para legitimar la ocupación, la pérdida de influencia derivada de estas luchas internas es un riesgo real.
Claves para entender la guerra interna en el Majzén y su conexión con el Sáhara Occidental
Nombre | Cargo / Función | Alineamiento en la sucesión | Papel en el Sáhara Occidental |
---|---|---|---|
Mohamed VI | Rey de Marruecos | Monarca en el trono | Máxima autoridad política y militar; responsable último de la ocupación y de la estrategia contra el derecho saharaui a la autodeterminación. |
Moulay Hassan | Príncipe heredero | Apoyado por Yassine Mansouri | Representa la continuidad directa de Mohamed VI; sería tutelado por la facción de la DGED, que mantiene redes de lobby en Europa sobre el Sáhara. |
Moulay Rachid | Hermano del rey | Apoyado por Abdellatif Hammouchi y Fouad Ali El Himma | Su eventual ascenso podría consolidar el control interno represivo de la DGST sobre los territorios ocupados. |
Abdellatif Hammouchi | Director de la DGSN y la DGST | Pro-Moulay Rachid | Dirige la represión en el interior, incluyendo la persecución a activistas saharauis y el espionaje masivo con Pegasus. |
Yassine Mansouri | Director de la DGED | Pro-Moulay Hassan | Coordina la inteligencia exterior; implicado en operaciones de lobby (Marocgate) para legitimar la ocupación ante la UE. |
Fouad Ali El Himma | Consejero real, “el virrey” | Pro-Moulay Rachid | Figura clave del Majzén, con influencia directa en las estrategias represivas en el Sáhara. |
Mehdi Hijaouy | Exnúmero dos de la DGED | Marginado y perseguido | Posee información sensible sobre redes de espionaje y lobby en Europa relacionadas con el Sáhara Occidental. |