La autodeterminación es el único final para el Sáhara Occidental – Kamal Fadel @Alfudail en @MDiplomacyWORLD

La autodeterminación es el único final para el Sáhara Occidental – Kamal Fadel @Alfudail  en @MDiplomacyWORLD

La propuesta de autonomía marroquí, que se ha presentado como una solución “realista” al conflicto del Sáhara Occidental, refleja una comprensión profundamente errónea del derecho internacional, la descolonización y la estabilidad regional.

La propuesta marroquí de autonomía, que se ha presentado como una solución «realista» al conflicto del Sáhara Occidental, refleja una comprensión profundamente errónea del derecho internacional, la descolonización y la estabilidad regional. Lejos de ofrecer una vía genuina hacia la paz, el plan de autonomía es una reformulación estratégica de la ocupación que viola el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación y socava los cimientos mismos del orden internacional.

La propuesta marroquí de autonomía se basa en negar al pueblo saharaui su derecho inalienable a la autodeterminación. Este derecho no es una aspiración, sino que está consagrado en el derecho internacional, incluyendo la Carta de las Naciones Unidas, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y la Resolución 1514 (XV) de la Asamblea General de las Naciones Unidas, que exige el fin inmediato e incondicional del colonialismo. La Corte Internacional de Justicia (CIJ), en su opinión consultiva de 1975, no halló vínculos jurídicos de soberanía entre Marruecos y el Sáhara Occidental, lo que refuerza el principio de que la soberanía debe ser decidida por el pueblo del territorio, no impuesta por actores externos.

Incluso en sus propios términos, la autonomía propuesta por Marruecos carece de credibilidad. En Marruecos, el rey gobierna, y la Constitución marroquí establece límites infranqueables (especialmente en lo que respecta a la monarquía y el Sáhara Occidental). La idea de que un sistema así pueda garantizar las libertades democráticas, la autonomía y los derechos políticos de los saharauis es inverosímil.

Además, Rabat no ha implementado una descentralización significativa dentro de Marruecos, lo que hace que la reivindicación de «autonomía» del Sáhara Occidental parezca más una cortina de humo política que una oferta genuina. ¿Cómo puede Marruecos ofrecer autonomía regional mientras la niega en otras regiones del país?

El acuerdo de paz de 1991, mediado por la ONU, se basó en una premisa clara: un referéndum que permitiera a los saharauis elegir entre la independencia, la integración con Marruecos o la autonomía. Marruecos aceptó inicialmente esto, pero desde entonces ha bloqueado todos los esfuerzos para celebrar una votación creíble. Ahora pretende eliminar por completo la independencia como opción. Esto no es negociación, es chantaje. El pueblo saharaui, a través de su representante reconocido, el Frente POLISARIO, sigue exigiendo el referéndum que se le prometió.

La ocupación marroquí del Sáhara Occidental desde 1975 constituye un ejemplo clásico de adquisición colonial de territorio por la fuerza. Apoyar el plan de autonomía de Marruecos no es un acto neutral; legitima la idea de que la ocupación militar puede eventualmente ser neutralizada mediante dilaciones diplomáticas y un cambio de imagen político. Esto socava directamente las normas internacionales establecidas tras la Segunda Guerra Mundial para prevenir las guerras de conquista.

Si la comunidad internacional avala este modelo en el Sáhara Occidental, ¿qué impide que otros Estados empleen tácticas similares? Las implicaciones para la paz mundial y la resolución de conflictos son profundamente preocupantes.

Quizás lo más preocupante sea la supresión de las voces saharauis del discurso autonómico. La abrumadora mayoría de los saharauis, tanto en los territorios ocupados como en los campos de refugiados de Argelia, rechaza la propuesta de Marruecos. La ven no como un compromiso, sino como una capitulación. La paz no puede imponerse mediante la coerción; debe construirse sobre el consenso. Imponer la autonomía sin referéndum es negar a los saharauis su capacidad política más básica.

La Unión Europea, que desde hace tiempo se ha presentado como defensora del derecho internacional y el multilateralismo, se encuentra en una posición privilegiada para desempeñar un papel constructivo en la resolución de este conflicto. Una solución justa y duradera en el Sáhara Occidental no solo se alinearía con los valores normativos de la UE, sino que también serviría a sus intereses estratégicos.

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La propuesta de autonomía no es un paso hacia la paz; es un sofisticado intento de consolidar la ocupación y retrasar la justicia. Se basa en la lógica imperial, no en el derecho internacional. Ignora los claros derechos legales, morales y políticos del pueblo saharaui a elegir su propio futuro.

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