JOSÉ HARO HERNÁNDEZ • OPINIÓN 

Una de las imágenes destacadas de un verano electoral que se ha prodigado en noticias de todo tipo ha sido, sin duda, la de Sánchez de vacaciones en Marrakech ataviado con una gorra con la que pretendía pasar desapercibido. Las especulaciones se desataron, puesto que resultaba extraño que el presidente del gobierno español estuviera protagonizando, tras asumir de manera vergonzante las tesis marroquíes sobre el Sahara, su enésimo acto de connivencia con la monarquía alauita. Los medios de derechas insistían: Sánchez es rehén de unos servicios secretos, los de Mohamed VI, que lo habrían chantajeado(espionaje telefónico mediante)para que abandonara a su suerte a los saharauis a cambio de no revelar informaciones comprometedoras sobre su persona.

Ignoro si esa extorsión es real o no, así como si, de existir, ha tenido algún peso en el cambio de la posición española. De lo que estoy absolutamente convencido es de que esta circunstancia está ligada a la adhesión incondicional de España a la estrategia norteamericana y anglosajona en el norte de África, que pasa por reforzar a Marruecos como gendarme en un espacio donde la influencia de los antiguos colonizadores, sobre todo franceses, se desmorona a ojos vista. En el continente africano se libra una batalla muy intensa, que aumenta exponencialmente al paso de los días, en la que el bloque occidental pretende frenar la creciente presencia rusa y china en esta codiciada zona del mundo, muy rica en materias primas.

Así pues, el atlantismo es lo que subyace a este cambio histórico en relación a lo que ha sido un aspecto esencial y consensuado de nuestra política exterior. Y es también el atlantismo el responsable de que Europa se esté enfangando en un conflicto armado, el de Ucrania, que no puede depararle sino una quiebra tanto de su seguridad como de su economía. Nos venden, para justificar la matanza, un cuento cada vez más difícil de digerir, a saber, que en el Este estamos ayudando a un país atacado y, a la vez, defendiendo los valores europeos. Y nos ocultan que esa apuesta belicista está llevando a nuestro declive en ese mundo multipolar que emerge con fuerza.

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